Mons. Frassia llamó a tomar conciencia de nuestra identidad de Iglesia

  • 30 de mayo, 2020
  • Avellaneda (Buenos Aires) (AICA)
El obispo de Avellaneda-Lanús presidió el 28 de mayo la misa crismal

El obispo de Avellaneda-Lanús, monseñor Rubén Oscar Frassia, presidió el 28 de mayo en la catedral Nuestra Señora de la Asunción, la misa crismal, postergada hasta el final del tiempo pascual debido a las restricciones por la pandemia del coronavirus.

“Algunos se habrán preguntado: ¿Por qué celebramos esta misa crismal en esta situación que nos trae tanta tristeza? Precisamente, en los momentos de tristeza uno tiene que abrirse al consuelo, a la fortaleza y a la luz de Dios; por eso es muy importante celebrar este misterio, esta misa, que está unida a la Pascua. Nosotros celebramos la primera y la última Eucaristía que es el sacrificio de Cristo”, expresó en su homilía.

“El sacrificio de Cristo Redentor que se encarnó, que vino, que dio su doctrina, que entregó su vida, que se ofreció en sacrificio al Padre, en la cruz, que fue crucificado, que murió, que resucitó, que ascendió al Padre y que con el Padre nos enviará el Espíritu Santo. Esa Eucaristía es esta Eucaristía”, afirmó.

“Por eso la Iglesia está muy unida; el obispo y su presbiterio, sus sacerdotes, formamos parte del Pueblo Santo de Dios. Somos una familia y cada uno tiene una misión, un ministerio, una actitud de servicio para ofrecer. Pero todo tiene sentido y todo toma fuerza en la medida que esté unido al sacrificio redentor de Jesucristo”, aseguró.

Recordando las palabras de Jesús: “¡No teman, yo he vencido al mundo, no teman yo estoy con ustedes!” el obispo se dirigió a los sacerdotes de la diócesis para decirles “¡Gracias!, ¡Ánimo!, comprendo el dolor que ustedes pueden estar pasando, las situaciones difíciles; y ustedes como familia, como padres en la fe, tendrán que seguir sosteniendo a los fieles y al Pueblo de Dios”.

“Pero ese sostenimiento, también provoca cansancio, desgaste, a veces puede provocar dudas interiores, ¡Tengan ánimo!, ¡Tengan fuerza!, ¡El Señor está!, ¡El Señor está presente!, ¡El Señor nos ha elegido, y los ha elegido, para que puedan ser pastores de su pueblo! Sean fuertes en Él para sostener a los hermanos que están más débiles, a los que están rezagados, a los que están apartados y también a los que están en contra; pero tengan fuerza, yo como obispo les agradezco su perseverancia”, alentó.

En ese sentido, animó a ser hombres de la esperanza. “De esperanza para los jóvenes, esperanza para los seminaristas, para los que nos han de seguir, para los que serán pastores futuros; esperanza para las religiosas que a veces disminuyen en número y presencia en las casas religiosas porque faltan vocaciones. Faltan jóvenes que sean aguerridos y que vean que vale la pena seguir a Jesucristo y dar la vida por Él. Que escuchen este llamado. El Pueblo de Dios los llama. La Iglesia los llama. Dios los llama”, aseguró.

“En la Iglesia, nosotros fuimos elegidos no para pertenecernos sino para servir, para dar la vida a los demás. Ser un lugar de Cristo pero Cristo vino obediente al Padre en sacrificio por nosotros y para nosotros”, sostuvo.

“Queridos sacerdotes, diáconos, religiosas y religiosos, seminaristas, queridos jóvenes: somos elegidos para servir a los demás, para entregarnos a los demás, para consumirnos y gastarnos por los demás; no nos podemos guardar nada, el Señor es nuestro ejemplo”.

“Hoy le pedimos tomar conciencia de la santidad de Dios que nos quiere compartir; cómo nos consagra, cómo va a consagrar este Crisma que, a lo largo de este año, será para el bautismo, para la confirmación, para bendecir las manos del nuevo sacerdote, para ungir las cabezas de los obispos”.

“El Santo Crisma, que es la unción real que nos introduce en el Pueblo Santo de Dios. El Óleo de los Catecúmenos, que nos preanuncia que la vida cristiana es hermosa, pero que también tendrá sus consabidas luchas y que muchas veces ese aceite será para ‘zafar’ de las dificultades del maligno. Y cuando uno está debilitado y enfermo se recibirá el Óleo de los Enfermos, la unción que nos dará la fuerza; ¡Cuántas veces nosotros, sacerdotes, hemos visto que cuando se da la unción el enfermo es reavivado, fortalecido, sanado! ¿Por qué? Porque en cada acción está Cristo. Eso es lo importante, ¡Está Cristo! ¡Cristo nos unge, nos bendice, nos sana! ¡Cristo está presente!”, exclamó.

“Hoy Iglesia, tomemos conciencia de nuestra identidad, de nuestra pertenencia y de nuestra misión. Seamos muy generosos, no seamos mezquinos, no pretendamos guardarnos nada; lo que somos, lo que tenemos, lo que pensamos ¡démoslo con alegría! ¡El mundo necesita ver en la Iglesia gente creíble, gente creyente, gente que viva en serio!”, exhortó.

“Que la Virgen, Nuestra Señora de la Asunción, nos ayude a vivir en la esperanza, en el servicio, y que estas cosas que nos están pasando, que son muy dolorosas, también nos ayuden a tomar conciencia de nuestra respuesta. ¡Algo nos está diciendo Dios! Respondamos en serio, cada uno personalmente. Los que tienen las responsabilidades máximas de los destinos de nuestros pueblos y de nuestra nación, que cada uno sea capaz de darse cuenta que Dios sigue estando presente y que nadie se atreva a echarlo de su lado, porque necesitamos vivir, necesitamos a Dios para humanizar nuestra vida”, concluyó.+