"Tenemos que administrar bien; tenemos que saber ser pobres y ponernos ante el otro para respetarlo en sus necesidades. Porque donde está tu tesoro estará tu corazón. Esperemos que esté bien su corazón donde está su verdadero tesoro", dijo el obispo de Avellaneda-Lanús, Mons. Rubén Frassia, al comentar el Evangelio del domingo 19 del año litúrgico.
"Tenemos que administrar bien; tenemos que saber ser pobres y ponernos delante del otro para respetarlo en sus reales necesidades. Porque donde está tu tesoro estará tu corazón. Esperemos que esté bien su corazón donde está su verdadero tesoro", expresó el obispo de Avellaneda-Lanús,
monseñor Rubén Oscar Frassia, al comentar el Evangelio del domingo 19º del año litúrgico.
El obispo prosiguió reflexionando: "Como siempre, la Palabra de Dios nos deja asombrados porque tiene una sabiduría extraordinaria. Ciertamente uno tiene que saber que donde está el tesoro estará el corazón y preguntarse en la vida ¿cuál es mi tesoro?, ¿es Dios?, ¿es mi familia?, ¿son los bienes?, ¿es la fama?, ¿es el poder?, ¿es la riqueza?, ¿es el dominio sobre los demás? Hay que preguntarse, ¡porque a veces no nos preguntamos!
"No nos preguntamos porque no queremos modificarnos, o no nos preguntamos porque tenemos miedo a la transformación y tenemos que hacer ese esfuerzo, tenemos que ver cuáles son las reales necesidades y las verdaderas y profundas motivaciones que tenemos, para darnos cuenta dónde está nuestro tesoro y dónde está nuestro corazón.
"Para el casado: la esposa, los hijos, los abuelos; para el sacerdote: Dios, la Iglesia, los fieles, los pobres, las personas, los niños, los ancianos, los marginados, ¡donde está el tesoro allí estará el corazón! Creo que es un camino largo que todos debemos recorrer, debemos cultivarlo, desarrollarlo, purificarlo y estar preparados.
"Cuando estaba en una parroquia en el santuario de San Cayetano, en Liniers ?recuerda monseñor Frassia-, había una mujer que trabajaba en el laboratorio de un hospital público. Se llamaba María Elda Bechiarelli. Esa mujer por su cuenta se tomaba el trabajo de avisar telefónicamente (en ese tiempo no había celulares) a las personas que ella sabía que vivían lejos, y que debían retirar los resultados de sus análisis para avisarles que ya pueden venir a retirarlos, o bien a "no venir porque aún no están los resultados" para que no viajen inútilmente. ¡Esto es administrar bien: tener en cuenta a las personas y sus reales necesidades!
"Si uno atiende mal, es descortés, no le interesa, es indiferente y dice "total, que esperen", eso es de un mal administrador. Y esto es en un solo campo, pero también hay otros campos públicos o privados; a veces en los privados hay menos paciencia y a veces en los públicos uno abusa de ese "poder"
"Tenemos que administrar bien; tenemos que saber ser pobres y ponernos delante del otro para respetarlo en sus reales necesidades. Porque donde está tu tesoro estará tu corazón. Esperemos que esté bien su corazón donde está su verdadero tesoro", concluyó su reflexión monseñor Frassia.+