Francisco: La fe ilumina las "noches" de la vida
- 11 de agosto, 2019
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Ciudad del Vaticano
En el rezo del Ángelus del domingo 11 de agosto, el Santo Padre reflexionó sobre el momento en el que Jesús llama a sus discípulos a la continua vigilancia: "Estén preparados, con los vestidos ceñidos y las lámparas encendidas". En ese sentido, Francisco exhortó a prepararnos para el encuentro final y definitivo con el Señor, recordando que la vida es un camino hacia la eternidad.
En el marco de la memoria litúrgica de Santa Clara de Asís, el papa Francisco se dirigió esta mañana a la multitud reunida en la plaza de San Pedro para compartir el rezo del Ángelus.
Antes de rezar a María, el Santo Padre comentó el Evangelio dominical, en el que Jesús llama a sus discípulos a la continua vigilancia para captar el paso de Dios en su propia vida, indicándoles las modalidades para vivir bien esta vigilancia: "Estén preparados, con los vestidos apretados a los costados y las lámparas encendidas".
En primer lugar, el Pontífice explicó que la expresión de llevar "ceñida la cintura" (la ropa cerca de las caderas), "es una imagen que recuerda la actitud del peregrino, listo para emprender el camino". En ese sentido, detalló: Se trata de "no echar raíces en moradas confortables y tranquilizadoras, sino de abandonarse con sencillez y confianza a la voluntad de Dios, que nos guía hacia la meta siguiente".
Por otra parte, señaló que se nos pide que "mantengamos las lámparas encendidas para poder iluminar la oscuridad de la noche", haciendo hincapié en que estamos invitados a vivir una fe auténtica y madura, capaz de iluminar las muchas "noches" de la vida: "la lámpara de la fe necesita ser alimentada continuamente, con el encuentro de corazón a corazón con Jesús en la oración y en la escucha de su Palabra".
El Papa subrayó que esta lámpara se nos confía para el bien de todos, porque "la fe verdadera abre el corazón al prójimo e impulsa hacia la comunión concreta con los hermanos, sobre todo con los más necesitados".
Finalmente, profundizando sobre la parábola que relata Jesús sobre los siervos que esperan el regreso del señor cuando vuelve de la boda, el Papa destacó otro aspecto de la vigilancia: estar preparados para el encuentro final y definitivo con el Señor: "Bienaventurados aquellos siervos a quienes el amo encontrará a su regreso aún despiertos... Y si llegando en medio de la noche o antes del amanecer, los encontrará así, ¡dichosos ellos!".
Con estas palabras- aseveró el Papa- el Maestro nos recuerda que la vida es un camino hacia la eternidad; por lo tanto, estamos llamados a hacer fructificar todos nuestros talentos, "sin olvidar jamás que no tenemos aquí la ciudad estable, sino que vamos en busca de la ciudad futura". En esta perspectiva, cada instante se vuelve precioso, por lo que es necesario vivir y actuar en esta tierra teniendo en el corazón la nostalgia del cielo.
"Si hemos vivido en sintonía con el Evangelio y los mandamientos de Dios, Él nos hará partícipes de su felicidad eterna en la patria celestial", afirmó Francisco, asegurando que el pensamiento del encuentro final con el Padre, "rico en misericordia", nos llena de esperanza y nos estimula a comprometernos constantemente en nuestra santificación y en la construcción de un mundo más justo y fraterno: "Que la Virgen María, con su intercesión maternal, sostenga este compromiso nuestro", concluyó.+