XIX capítulo general de las Hijas de la Inmaculada Concepción
- 29 de julio, 2019
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Buenos Aires (AICA)
La congregación de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires convocó al XIX capítulo general que se iniciará el próximo 3 de agosto. El día anterior, 2 de agosto, habrá una misa en la capilla de la Casa Madre (Mario Bravo 585, Buenos Aires) con motivo del 103 aniversario de la muerte de la fundadora, Madre Eufrasia Iaconis, recientemente nombrada Venerable por el papa Francisco.
El próximo 2 de agosto se cumple el 103 aniversario del fallecimiento de la fundadora de la congregación de las Hijas de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, la Venerable Madre Eufrasia Iaconis. Con este motivo ese día habrá una misa en la capilla de la Casa Madre (Mario Bravo 585, Buenos Aires), en la que se darán gracias a Dios porque el papa Francisco reconoció recientemente las virtudes heroicas de la Madre Iaconis, con un decreto firmado el pasado 13 de mayo.
En la misa se rezará también por el XIX Capítulo General que la Congregación iniciará al día siguiente, 3 de agosto. Se implorará al Señor las luces de su Espíritu Santo, para que las resoluciones capitulares fortifiquen la vivencia del Carisma y den un nuevo impulso a la labor apostólica de la congregación.
"La Venerable Madre Eufrasia nos trazó un camino de santidad, entrega generosa y servicio a la Iglesia, que todas las Hijas de la Inmaculada Concepción queremos seguir", expresaron las autoridades de la congregación al dar la información de ambos acontecimientos.
"Desde su infancia y juventud -señalan unas reflexiones de la Servidora Ana Ofelia Fernández-, sor Eufrasia se había propuesto ser santa, dejándose moldear para alcanzar esa meta. Nunca había perdido el tiempo en quimeras, porque su personalidad y el ejercicio de la vocación la habían hecho concreta y realista.
"El amor a Jesucristo y a la Virgen, el crecimiento vocacional, el servicio a la Iglesia, todo se jugaba para la Madre en las obras comunes de cada día y de cada instante del día. No se paralizaba en replanteos y, en cambio, caminaba sin detenerse hacia las metas propuestas.
"El amor crecía en su corazón. Amor a Dios en cada una de sus Personas, amor a la Virgen Inmaculada, amor a los Santos amigos, que tanto coraje le infundían con su ejemplo; amor a la Iglesia, firme, filial, confiado; amor a la Congregación; amor a sus hijas, a cada una, y a cada persona que cruzaba por su camino.
"Crecía día a día en las virtudes de prudencia, fortaleza, justicia y templanza.
"En su joven ocaso, la Madre manifestó una identificación plena con el plan de Dios sobre su vida. Consciente de la grave enfermedad y del poco tiempo que le quedaba en la tierra, se concentró en los asuntos apremiantes de la Congregación, entregándole el testimonio final de su amor. Transparentaba armonía espiritual y una silenciosa unión interior con el Señor.
"Con inquebrantable fortaleza de ánimo y olvido total de sí, se preparó para abrir las manos ante la Santa Trinidad y presentarle el carisma que le fuera confiado y que ya podía mostrar afianzado y desarrollado".+