El arzobispo emérito platense, Mons. Héctor Aguer, habló sobre el mal uso de la lengua que suele derivar en murmuración, hipocresía y mentira. Lo hizo en su columna editorial del programa televisivo Claves para un mundo mejor, emitido por el canal 9 el sábado 20 de julio.
El arzobispo emérito de La Plata,
monseñor Héctor Aguer, reflexionó sobre el mal uso de la lengua que suele derivar en murmuración, hipocresía y mentira. Lo hizo en su columna editorial del programa televisivo Claves para un Mundo Mejor, emitido por el canal 9 el sábado 20 de julio, donde señaló que "todos tenemos experiencia o porque hemos sido víctimas de la lengua o porque lo hemos hecho nosotros".
Antigüedad bíblica
El prelado comenzó su reflexión recordando que la cuestión aparece en la Sagrada Escritura numerosas veces, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, aparece en los Padres de la Iglesia y en la catequesis eclesial. "En los salmos hay expresiones muy fuertes al respecto. En ellos se dice que la lengua es como una espada afilada, como un dardo ardiente capaz de incendiar y hasta de matar.
"Esta cuestión del uso de la lengua -manifestó Aguer- tiene que ver con que existe en muchos sectores y en muchas personas la costumbre, el hábito de hablar a espaldas de los demás. No se habla de frente. No existe el coraje, la sinceridad de hablar de frente. Hay una tradición teológica que se refleja en los tratados teológicos y se llama hipocresía. La hipocresía es simulación, en el fondo es mentir y se agrava cuando se une con la adulación. Por ejemplo: a usted alguien lo elogia y le dice que todo está fantástico y por detrás dice pestes. Es tremenda esa deslealtad y se da en todas las categorías de personas".
También ocurre entre los clérigos
Prosiguiendo con sus reflexiones el arzobispo emérito dijo: "Recuerdo que años atrás se atribuía a las mujeres el vicio de la murmuración. Yo quiero reivindicarlas porque no son las mujeres las principales murmuradoras. Hay murmuradores también entre los clérigos. Es penoso decir eso, pienso si alguna vez habré incurrido en ese defecto, quizás sí pese a que me cuido mucho de no hacerlo tal vez porque lo he sufrido pilas de veces. Y lo he sufrido aun siendo obispo."
Y añadió: "Esta cuestión se da también en el seno de la familia, en el barrio, en el vecindario y tiene que ver con la convivencia social. La falta de franqueza, de coraje para ir a la persona que hizo una macana o que me hizo una macana y decirle simplemente: ´vos estás confundido, vos te equivocaste´, o a la persona que tiene prejuicios respecto de uno y fraternalmente decirle: ´mirá, vos no me conocés bien, la cosa no es así, dijiste tal y tal cosa y eso no es verdad".
Las redes sociales producen verdaderos dramas
Enseguida monseñor Aguer tocó un tema de primerísima actualidad. Dijo: "Hoy con el parloteo en las redes sociales la cuestión de la murmuración es incontrolable, porque antes, cuando eran dos señoras que se juntaban para criticar a la vecina, resultaba algo inocente y hasta no sé si debían confesarse. Cuando éramos jóvenes seminaristas decíamos: "no pasa de pecado venial". Pero el uso de las redes sociales precipita verdaderos dramas y eso tiene que ver con la hipocresía, con la adulación, con la deslealtad, con la murmuración, con la falta de franqueza, con el uso dañino de la lengua".
Tras ello invitó a los televidentes a que lean en el Nuevo Testamento la Carta del Apóstol Santiago "y verán las cosas que dice sobre esto, las cosas que dice sobre la lengua, la severidad con que se refiere al uso malicioso de la lengua. Observen que es un problema que ocurría en las primeras comunidades cristianas, en los tiempos apostólicos, porque se trata de una falla profundamente humana. Eso no quiere decir que no sea pecado, y puede ser un pecado gravísimo. La calumnia, por ejemplo, es un pecado gravísimo".
En la parte final de sus reflexiones sobre el mal uso de la lengua, monseñor Aguer aconsejó tener cuidado y pensar en el asunto. "Hoy es fácil murmurar -afirmó- . Yo que soy antediluviano quedo profundamente asombrado de que un disparate que uno dice contra otro y es mentira, viaja por el espacio cibernético y se hace universal. Esto ocurre no sólo en el país, sino en todo el mundo. Hay que cuidarse muy bien de esto. Detrás está el problema educativo. ¿Cómo hacemos, no digo para controlar, limitar, sino para educar, para ayudar a los niños, a los adolescentes, que usan con tanta facilidad estos medios asombrosos? Hay que ayudarles a que una inspiración ética sea la que guie el uso de estos medios. Si las cosas no están claras en la cabeza y en el corazón por más medios que usemos, los defectos y los vicios persistirán", concluyó.+