El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, participó el jueves 4 de julio de la celebración ecuménica e interreligiosa con motivo del 203° aniversario de la Declaración de la Independencia, en la que pidió a Dios que regale a los argentinos "la paz y la alegría que necesita nuestra Patria, y sostenga el compromiso y esfuerzo por construirla".
El arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, participó el jueves 4 de julio de la celebración ecuménica e interreligiosa con motivo del 203° aniversario de la Declaración de la Independencia, en la que pidió a Dios que regale a los argentinos "la paz y la alegría que necesita nuestra Patria, y sostenga el compromiso y esfuerzo por construirla".
El momento de oración se realizó el jueves 4 de julio en el Centro Unión Israelita, de la capital cordobesa, y fue organizado por el arzobispado de Córdoba, el Comité Interreligioso por la Paz (Comipaz) y el Centro Ecuménico Cristiano de Córdoba (CECC).
También participaron de esta celebración ecuménica e interreligiosa por la Patria, el ministro de Justicia de Córdoba, Martín Farfán; el rector de la Universidad Católica de Córdoba, padre Alfonso Gómez SJ; el vicerrector de la Universidad Nacional de Córdoba, doctor Pedro Yanzi Ferreira, autoridades militares, y delegaciones de colegios católicos, de la comunidad judía, de la comunidad armenia y de la comunidad luterana.
Mons. Ñáñez destacó la impronta religiosa de esta celebración, al afirmar que el objetivo es "elevar nuestra acción de gracias por los beneficios recibidos, suplicar la ayuda necesaria para llevar adelante los compromisos que formulamos y para pedir por la paz y el bienestar de nuestra Patria".
"Este año hemos elegido este lugar de culto y de oración de la comunidad judía de Córdoba", precisó, y agradeció la recepción "animada por la actitud siempre amistosa y fraternal del rabino Marcelo Polakoff".
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El prelado señaló que los mensajes que los referentes de las distintas tradiciones propusieron hablar sobre la alegría, al expresar: "Todos intuimos, más aún, tenemos una cierta noción y sobre todo una cierta percepción de lo que es esta experiencia humana fundamental".
"Una sensación de armonía y de plenitud que llena el corazón humano y que le comunica serenidad, una satisfacción que predispone a una actitud positiva y optimista frente a la vida", precisó, y agregó: "Todos anhelamos esta experiencia y estamos llamados a vivirla, pero es una actitud que debe caracterizar sobre todo a los jóvenes. Por eso, los hemos invitado hoy a ellos especialmente".
"Es oportuno que todos tengamos presente que la alegría no depende del curso favorable de los acontecimientos o de la ausencia de dificultades, sino sobre todo de la seguridad del amor de Dios por cada uno de nosotros. Un amor que no de desdice nunca, que nunca se vuelve atrás", subrayó.
El arzobispo cordobés hizo suya la propuesta de san Pablo a "cultivar la alegría animada por una confianza amorosa e ilimitada en Dios" y actualizó la invitación del apóstol "a vivir en la alegría y a testimoniarla con sencillez y autenticidad a través del compromiso con la verdad y el bien; a través de la benevolencia y del cariño que se expresa en la disposición para el servicio generoso, desinteresado y para el compartir amistoso y sincero, tanto en lo pequeño como en lo importante de cada día".
"El fruto de la alegría, nos recuerda san Pablo, es la paz, que no es simplemente la ausencia de conflictos, sino la condición de bienestar y de relativa plenitud en la que todos pueden vivir dignamente, satisfaciendo sus necesidades y realizando sus proyectos", añadió.
"La paz es el objetivo buscado incansablemente entre nosotros por el Comipaz. Agradecemos de corazón su empeño y su labor. Agradecemos la colaboración del Centro Ecuménico de Córdoba para la concreción de este momento de oración común y agradecemos muy especialmente la salutación del Señor Presidente de la Nación", concluyó.
Informes:
www.arzobispadocba.org.ar.+
» Texto completo de las palabras de Mons. Ñáñez