En el marco de su visita pastoral a Las Varillas, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, presidió la dedicación y consagración del altar de la iglesia María Inmaculada. En la celebración, se reencontraron religiosas y exalumnas que compartieron la historia del templo dominico.
El obispo de San Francisco,
monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, presidió el domingo 16 de junio la dedicación y consagración del renovado templo de María Inmaculada, en la localidad de Las Varillas.
De la ceremonia en la que quedó dedicado y consagrado el altar del histórico templo, que ya lleva 102 años, desde la colocación de la piedra fundamental, participaron religiosas y exalumnas que compartieron la historia de esta comunidad parroquial.
Uno de los momentos más importantes de la celebración fue el rito de consagración, en que el altar se encontraba completamente vacío para ser consagrado y ungido con óleos sagrados.
Otro momento significativo fue en el que Raquel Correa, madre general de las Hermanas Dominicas de San José, leyó una reseña histórica de la iglesia, destacando el accionar de la señora Rosario, quien envió una solicitud al colegio dominico para elegir como protectora del templo a María Inmaculada; de los párrocos que se ocuparon de cuidarla, y de la comisión pro templo actual a cargo de su restauración.
La inauguración del ambón y la unción con aceite de las cuatro cruces que están colocadas dos a cada lado de las paredes laterales de la iglesia, fue efectuada por el propio obispo, quien al finalizar la misa invitó a realizar un gesto comunitario: que los participantes pasen a besar el altar, como lo hace el sacerdote al terminar cada Eucaristía, como signo de bendición compartida que compromete a cuidar este lugar y cada ocasión donde Jesús se hace presente.
Para las hermanas Dominicas de San José fue un momento de bendición y agradecimiento por ser una iglesia que formó parte de su historia, que abrazó a tantas familias de Las Varillas en la educación de la fe, cuando esta capilla aún se encontraba en el anterior edificio del Colegio de María Inmaculada.
Muchas de esas exalumnas estuvieron presentes el domingo, y en un abrazo sincero y nostálgico saludaron a la madre Azucena Santillán y a la hermana Sibilina Ojeda, que fueron parte de esa historia pasada que aún sigue viva y protegida por María Inmaculada que custodia, cuida y abraza la vida de la comunidad.
Historia
Por iniciativa del matrimonio conformado por Medardo Álvarez Luque y Rosario Moncada, el 29 de octubre de 1917 se colocó la piedra fundamental del Colegio y Capilla de María Inmaculada.
La preocupación fundamental de las familias de este lugar era la necesidad de escuelas, especialmente a las niñas y jóvenes, que en muchos kilómetros a la redonda, no tenían posibilidad de educarse.
Las Hermanas Dominicas de San José, fundadas por el obispo de Córdoba Fray Reginaldo Toro, se encargaron de llevar adelante el colegio que comenzó a funcionar el 7 de marzo de 1921. Desde esa época albergó a muchas generaciones que se formaron en la fe, en la ciencia y en las virtudes necesarias para vivir y ser personas útiles en la sociedad.
Por expresa solicitud de la señora Rosario el colegio tomó como protectora a María Inmaculada. La imagen de vestir pertenecía a la familia Mondada y presidía una pequeña capilla en la estancia «La Independencia", en las márgenes del Río Segundo. Se calcula que tiene cerca de 200 años.
Cuando se inauguró el templo en Villa del Rosario, la imagen fue colocada allí para su veneración. Tras sufrir un incendio que la dañó severamente, la señora Rosario la hizo restaurar para llevarla a Las Varillas, al nuevo colegio.
Mientras estuvo en la estancia y luego en la casa familiar, se registraron numerosas curaciones, entre ellas, la del hijo mayor, Ramón Álvarez, quien había sido desahuciado por los médicos.
La capilla se terminó de construir en 1936 con mucho esfuerzo de la comunidad. Al trasladarse el colegio al nuevo edificio, las Hermanas llevaron la capilla al obispado de San Francisco.
En esta nueva etapa del templo, las hermanas agradecieron a monseñor Buenanueva por la preocupación y dedicación que los párrocos han tenido por ella. Especialmente por la restauración que con tanto esfuerzo el presbítero Raúl Martini, el padre Daniel y esta pujante comisión actual realizaron y realizan para que la comunidad pueda disfrutarla en toda su belleza.
"Que ella, la Madre Inmaculada, bendiga a cada uno y recompense los esfuerzos de todos", desearon las hermanas Dominicas de San José.+