En la fiesta de la Santísima Trinidad, monseñor Han Lim Moon, obispo auxiliar de San Martín, dedicó a la feligresía diocesana una reflexión en torno al amor trinitario, explicando el misterio de Dios en las tres personas divinas, a través de un ícono famoso, pintado por el monje ruso Rublev en el siglo XV.
En la fiesta de la Santísima Trinidad,
monseñor Han Lim Moon, obispo auxiliar de San Martín dedicó a la feligresía diocesana una reflexión en torno al amor trinitario.
Al comenzar su homilía, el prelado de San Martín recordó un ícono famoso de la Trinidad, pintado por el monje ruso Rublev en el siglo XV. "La obra es muy apreciada por la Iglesia porque presenta con mucha delicadeza y belleza a Dios uno en tres Personas Divinas".
El ícono contiene la figura de tres ángeles sentados a la mesa, que se comunican intensamente a través de las miradas, en silencio: "El ángel del centro es el Hijo que mira al Padre, el Padre mira al Espíritu Santo, y los tres, a través del Espíritu Santo, miran juntos la copa eucarística, símbolo de la obra redentora, ubicada en el centro de la mesa", explicó monseñor Moon.
De este modo, "el misterio de un Dios en tres personas divinas que hoy celebramos nos lo manifestó Jesús, Hijo de Dios, al revelarnos que ?Dios es amor?, y es Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso decimos, el que ama es el Padre, el amado es el Hijo, el amor de los dos es el Espíritu Santo", indicó el obispo.
"Las tres personas divinas son bien diferentes, pero de igual dignidad, y son ?relaciones subsistentes? entre sí en el amor por eso es un solo Dios. Y esta comunidad de amor realiza la obra en común que es nuestra redención. Esto se ve claro en el ícono, en las miradas entrecruzadas que desembocan en la copa de la redención".
"Como Dios nos creó a su imagen y semejanza, podemos encontrar su reflejo entre nosotros", aseguró monseñor Moon, especialmente, en la familia. En este sentido, recordó las palabras del papa Benedicto XVI, quien confirmó que "la familia es la escuela más apropiada para aprender y reflejar el amor trinitario por medio del ejercicio de estas virtudes: diálogo, respeto, confianza, gratuidad, servicio, paciencia, perdón, apertura a los demás? siendo la Sagrada Familia de Nazaret, el modelo más perfecto".
Finalmente, el prelado se preguntó "¿Cómo entrar en el amor del Padre?", y al mirar el ícono, exclamó: "Sencillamente sentarse a esta mesa en medio de los tres ángeles. Los tres te invitan a sentarte en ese lugar delante de la copa de tu redención, llenándote del amor trinitario que te hace uno en ellos".+