La Iglesia necesita de "hombres y mujeres, laicos y consagrados apasionados, ardientes por el encuentro con Dios y transformados en su humanidad, capaces de anunciar con la vida la felicidad, que viene de su vocación" señaló esta mañana el papa Francisco en el discurso entregado a los participantes en el congreso de los Centros nacionales para las vocaciones de la Iglesia de Europa, en curso en Roma del 4 al 7 de junio en la Casa San Juan de Ávila, a los que recibió en la Sala del Consistorio.
El papa Francisco recibió esta mañana, en la Sala del Consistorio, a los participantes en el congreso de los Centros nacionales para las vocaciones de la Iglesia de Europa, en curso en Roma del 4 al 7 de junio en la Casa San Juan de Ávila.
Después de haber entregado a los presentes el discurso preparado para esa ocasión, el Papa improvisó un breve discurso.
Al comienzo de sus palabras, fuera del texto, Francisco reiteró que "el trabajo con las vocaciones, no debe ser, no es proselitismo. No es "buscar nuevos socios para este club". "El crecimiento de la Iglesia es por atracción, no por proselitismo", afirmó.
Después señaló que "ayudar a un joven o a una joven a elegir la vocación de su vida, ya sea como laico, laica, sacerdote o religiosa, es ayudar a asegurar que encuentre el diálogo con el Señor. Que aprenda a preguntarle al Señor: ?¿Qué quieres de mí?? Esto es importante, no es una convicción intelectual, no: la elección de una vocación debe nacer del diálogo con el Señor, cualquiera que sea la vocación"
Un tercer punto que el papa Francisco indicó a los participantes en el congreso de los Centros nacionales para las vocaciones de la Iglesia de Europa, es la actitud de escucha: "Trabajar con los jóvenes requiere mucha paciencia, mucha; mucha capacidad de escucha, porque a veces los jóvenes se repiten. Paciencia y capacidad de escucha. Y luego rejuvenecerse: es decir, ponerse en movimiento, moverse con ellos".
Y por último el Santo Padre les aconsejó comprender el lenguaje de los jóvenes. "Su lenguaje, -dijo el Papa- es un lenguaje pobre de comunión, porque saben mucho sobre los contactos, pero no comunican. Comunicar es quizás el reto que deberíamos tener con los jóvenes. La comunicación, la comunión. Enseñarles que la informática es buena, sí, para tener algún contacto, pero ese no es el lenguaje: es un lenguaje "gaseoso". El lenguaje real es comunicar. Comunicar, hablar. Y este es un trabajo de filigrana, paso a paso".
"Debemos acompañar, guiar y ayudar para que el encuentro con el Señor les haga ver cuál es su camino en la vida. Los jóvenes son diferentes, son diferentes en todos los lugares, pero son iguales en la inquietud, en la sed de grandeza, en el deseo de hacer el bien. Todos son iguales. Hay diversidad e igualdad", concluyó el Papa alentándolos en su trabajo: "No pierdan la esperanza, y a seguir adelante, con alegría", les dijo.+
» Texto del discurso entregado a los presentes