En un nuevo aniversario del primer gobierno patrio, el arzobispo de Paraná, monseñor Juan Alberto Puiggari, presidió el tedeum en la parroquia Santa Rosa de Lima de la localidad de Villaguay. En su homilía, recordó la fundación del pueblo local "corazón de la provincia", y mencionó la grieta que prima en la sociedad, rogando a la virgen que "extingas el odio y ahogues las ambiciones desmedidas".
En un nuevo aniversario del primer gobierno patrio, el arzobispo de Paraná,
monseñor Juan Alberto Puiggari, presidió el tedeum en la histórica parroquia Santa Rosa de Lima de la localidad de Villaguay.
"Nos reunimos como hijos de Dios: Él nos hermana y nos pide con su amor de Padre que trabajemos por la gran familia de los argentinos", dijo al comenzar su homilía, al tiempo que rememoró cuando el gobernador de la provincia, en 1823, autorizó a adquirir una cuadra de terreno para edificar allí una capilla, y luego, el caudillo Crispín Velásquez decidió adoptar a Santa Rosa de Lima como Santa Patrona y, entorno de su pequeña capilla, comenzó la historia de esta hoy pujante ciudad.
En este sentido, el arzobispo agradeció a Dios "por tantos dones recibidos a lo largo de su historia, pero también pedirle por todas las necesidades de nuestro pueblo argentino. Sabemos que son muchas, pero al estar acá, en el corazón de la Provincia, que es llamada ?la ciudad del encuentro?, quiero pedirle al Señor que nos conceda lo que más estemos necesitando y que, seguramente, es el principio de muchas soluciones a nuestros problemas crónicos. Nos lo pedía, hace pocos días, el papa Francisco: trabajar para lograr el encuentro de y entre todos".
El arzobispo de Paraná hizo referencia a la "grieta" que hoy prima en la sociedad, la cual "no se ciñe al ámbito político o social, sino que fractura las amistades más entrañables, las relaciones con los vecinos, las mismas familias y los vínculos más queridos".
Y aclaro que "es el momento de derribar muros y crear puentes. Buscar soluciones a los conflictos pensando siempre en el bien común, apostando a la vida, a toda vida, al diálogo, al respeto, a la dignidad y a la libertad de toda persona".
Sobre el Evangelio, indicó que "el Señor nos advierte sobre el peligro de construir nuestra existencia sin Dios. Como dice Benedicto XVI, ??a menudo el hombre (?) prefiere las arenas de las ideologías, del poder, del éxito??, y no la roca de Cristo, que es la Palabra eterna y definitiva que no hace temer ningún tipo de adversidad.
Al concluir la homilía, mencionó a la Virgen de Luján, patrona de los argentinos, y le pidió "por nuestro pueblo", para que "ilumine nuestra patria con el sol de justicia, con la luz de un nuevo mañana, que es la luz de Jesús. Enciende el fuego nuevo del amor entre hermanos".
"Te pedimos Madre, que extingas el odio, que ahogues las ambiciones desmedidas, que arranques el ansia febril de solamente los bienes materiales y derrama sobre nuestro suelo, la semilla de la humildad, de la comprensión. Ahoga la mala hierba de la soberbia; que ningún Caín pueda plantar su tienda sobre nuestro suelo, pero tampoco que ningún Abel inocente bañe con su sangre nuestras calles", finalizó.+
Texto completo de la homilía