"Lo más importante es que lo eterno, lo absoluto, entró en el tiempo para siempre. Por eso, el sacrificio de Cristo, en su Pascua, es una vez para siempre. Y como es eterno y absoluto es siempre el mismo misterio, presente siempre", expresó el obispo de Avellaneda-Lanús, Rubén Frassia, al reflexionar sobre el Evangelio del II domingo de Pascua.
"Hermanos, lo más importante es que lo eterno, lo absoluto, ha entrado en el tiempo y ha dado valor y permanencia ¡para siempre! Por eso, el sacrificio de Cristo, en su Pascua -la crucifixión, la muerte y la resurrección- ¡es una vez para siempre! Y como es eterno y absoluto, es siempre el mismo misterio, es definitivo, está presente siempre", expresó el obispo de Avellaneda-Lanús,
monseñor Rubén Oscar Frassia, al reflexionar sobre el Evangelio del II domingo de Pascua.
Y prosiguió: "Cuando la Iglesia celebra la Eucaristía repite el misterio -el de la crucifixión, muerte y resurrección- porque la presencia de Cristo, lo absoluto, está aquí en medio de nosotros por siempre y para siempre, dándole sentido a nuestra existencia, transformando nuestra vida en una vida nueva, quitando las cosas viejas, oscuras y pecaminosas, llevándonos hacia una misión de la que todos somos tomados y enviados. De ahí que no hay que tener miedo, porque el miedo acovacha, encierra, achica, limita".
"Que la presencia del Resucitado -concluyó- nos dé fuerza para seguir anunciando esta gran verdad: "¡Es cierto, es verdad, Cristo está vivo, ha resucitado; está en medio de nosotros hasta el final de los tiempos!" ¡Gocemos de la Pascua!+