En el marco de la celebración de Jesús Misericordioso, el obispo de San Nicolás de los Arroyos, monseñor Hugo Santiago, reflexionó en el segundo domingo de Pascua sobre el pasaje evangélico en el que Jesús tiene paciencia con Tomás que no cree, les da a los Apóstoles el Espíritu Santo y les da el poder de perdonar los pecados.
El obispo de San Nicolás,
monseñor Hugo Santiago, compartió una vez más sus reflexiones sobre el Evangelio. En el segundo domingo de Pascua, y con el título "Jesús Misericordioso", se centró en el pasaje en que el Señor tiene paciencia con Tomás que no cree y les da a los Apóstoles el Espíritu Santo para que perdonen los pecados.
"Tomás, no creyendo que Jesús había resucitado y estaba vivo, nos hace un gran servicio a todos, porque la mayoría de nosotros si no vemos no creemos", advirtió el obispo. "Tomás dice: ?Si no meto mis dedos en las llagas y no pongo mi mano en la herida de su costado, no creeré?, y Jesús misericordioso le da el gusto; se aparece de nuevo e invita a Tomás a poner los dedos en sus llagas", relató.
"Ante esta aparición, Tomás cree en que Jesús es el Hijo de Dios vivo, pero Jesús le responde: ?Felices los que creen sin ver?", añadió.
En ese sentido, recordó que "la fe es la garantía de lo que se espera, el anticipo de lo que no se ve. Tenemos como anticipo al Espíritu Santo derramado en nuestros corazones en el bautismo y la confirmación; desde lo más profundo de nuestro ser el Espíritu Santo nos da paz, nos hace ver que Dios es lo más lindo y lo más valioso que tenemos, eso lo sentimos cuando en un día agitado pasamos por una Iglesia, entramos un ratito a rezar y sentimos una paz única. Luego continuamos nuestro trabajo con fuerza, con más esperanza y alegría", destacó.
"El Espíritu Santo en nuestro corazón también nos inspira los gestos de Jesús: De pronto sana nuestras heridas y podemos perdonar a quien nos había ofendido; en otra oportunidad sentimos compasión por los niños vulnerables y damos nuestro tiempo en un merendero; en otra oportunidad pedimos al sacerdote que visita a los encarcelados que nos permita acompañarlo", enumeró.
"De ese modo Jesús vivo en nosotros, continúa su obra de perdón y misericordia y eso nos hace felices. Es un anticipo de lo que Dios nos dará en el Cielo. Los que tenemos la dicha de creer en Jesús, reproducimos sus gestos, no tanto porque seamos virtuosos, sino porque Él, vivo y presente en nuestro corazón, nos inspira y nos da alegría", concluyó.+