Francisco en la vigilia pascual: "Dar un lugar central a Jesús resucitado"
- 20 de abril, 2019
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Ciudad del Vaticano
El papa Francisco celebró hoy, Sábado Santo, 20 de abril, la vigilia pascual en la basílica de San Pedro, en un clima de silencio y reflexión. Ante miles de fieles provenientes de todo el mundo, el pontífice pidió dar un lugar central a "Jesús resucitado", "no dejarse llevar por el mar de los problemas" y "mirar la vida como Dios la mira". Durante la celebración, el Santo Padre bautizó a ocho personas de distintas nacionalidades, y renovó las promesas bautismales de todos los presentes.
En la noche del Sábado Santo, el Santo Padre presidió la vigilia pascual dando cierre al triduo pascual que comenzó el Jueves Santo. En la basílica de San Pedro, en un clima de silencio y reflexión, ante miles de fieles provenientes de todo el mundo, Francisco pidió dar un lugar central a "Jesús resucitado", "no dejarse llevar por el mar de los problemas" y "mirar la vida como Dios la mira".
Durante la celebración, Francisco bautizó a ocho personas de distintas nacionalidades, y renovó las promesas bautismales de todos los presentes. En su homilía, expresó: "Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad. La historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la piedra viva que es Jesús resucitado", aseguró el Papa.
En seguida, pidió a los presentes preguntarse cuál es la piedra que cada uno debe que "remover", indicando que "cada cristiano está llamado a descubrir en el que está vivo Aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón, porque es Él quien viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones".
Francisco explicó que la esperanza muchas veces se ve obstaculizada por "la piedra de la desconfianza": "Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento".
Sin embargo, luego citó al "sepulcro de la esperanza": "Un monumento que en ocasiones construimos dentro de nosotros debido a la insatisfacción. Quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma, puntualizó Francisco.
De este modo, se va abriendo paso a una especie de "psicología del sepulcro": "Todo termina allí, sin esperanza de salir con vida". Y de esto se desprende la pregunta "hiriente" de la Pascua, según el relato evangélico de Lucas: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?", mencionó el Papa, y respondió: "El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquen donde nunca lo encontraran: no es un Dios de muertos, sino de vivos" y exclamó: "¡No entierren la esperanza!".
"Junto a la piedra de la desconfianza está la piedra del pecado que sella el corazón: el pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte". En este sentido, Francisco describió al pecado como "buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan".
El Papa recordó a las mujeres que fueron al sepulcro y "se quedaron asombradas ante la piedra removida", algo que también sucede a todo hombre que, "prefiere permanecer encerrado en sus miedos, porque es más fácil quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón, que abrirnos al Señor".
"El Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra", afirmó Francisco. Señaló que debemos "mirar la vida como Dios la mira", e invitó a la comunidad a "no quedarse mirando el suelo con miedo, sino a mirar a Jesús resucitado, porque su mirada nos infunde esperanza: siempre somos amados, a pesar de todos los desastres que podemos hacer, su amor no cambia".
Finalmente, Francisco comparó la "fe de museo" con la "fe de Pascua": "Jesús no es un personaje del pasado, sino una persona que vive hoy y que no se le conoce en los libros de historia, sino que se encuentra en la vida".
"A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas, que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude. Aquí no es Jesús el que nos orienta sino nuestras necesidades". La Pascua nos enseña que el creyente "está llamado a caminar al encuentro del que vive y a darle un lugar central en la vida, para que el Resucitado nos transforme", dijo Francisco al concluir.+