Los obispos presidieron la Misa Crismal en sus respectivas catedrales, donde los sacerdotes renovaron las promesas que hicieron al ordenarse, se consagró el Santo Crisma y se bendijeron los óleos que se usarán durante el año en los sacramentos. En las homilías, alentaron a los sacerdotes a estar cerca de los "alejados" y los invitaron a renovar la disponibilidad al servicio de Dios.
Los obispos presidieron la Misa Crismal en sus respectivas catedrales, donde los sacerdotes renovaron las promesas que hicieron al ordenarse, se consagró el Santo Crisma y se bendijeron los óleos que se usarán durante el año en los sacramentos.
En las homilías, los prelados alentaron a estar cerca de los "alejados", los invitaron a renovar la disponibilidad al servicio de Dios y los animaron a reconocer los pecados dentro de la Iglesia, pero sin perder la fe en ella. También citaron las enseñanzas del papa Francisco y pusieron como ejemplos al Santo Cura Brochero y a los mártires riojanos, futuros beatos.
Card. Mario A. Poli (Buenos Aires): "El deseo de mis hermanos obispos y también mío, es que ?hoy?, fijando la mirada en el Crisma que todos vamos a bendecir, y haciendo memoria agradecida de la ordenación, vivan la alegría de ser sacerdotes de Jesús. ¡Feliz Pascua de Resurrección!"
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Mons. Oscar V. Ojea (San Isidro): "Que en esta Eucaristía podamos renovar la unción del Espíritu que nos cura y nos sana por dentro, la unción que nos hace pertenecer más hondamente a Jesús en la consagración, ya que Él respeta y ama como nadie nuestra singularidad y que renueve nuestro gozo de ser enviados sin miedo de ver y de tocar las lastimaduras que vamos encontrando en el camino para poder transmitir ese encuentro con Jesús que es lo mejor que nos pasó en la vida y poder llevar a todos la alegría del Evangelio".
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Mons. Carlos J. Ñáñez (Córdoba): "Los invito a brindarse con cariño y paciencia en el servicio de los hermanos, a estar disponibles con verdadera generosidad y escucha, y a ofrecer el perdón en el sacramento de la Reconciliación, propiciando de ese modo, verdaderos oasis de misericordia. A celebrar la Liturgia sin apuro, con verdadera pasión, como enamorados de lo que hacemos, y sobre todo, de aquél a quien representamos. Así estaremos siendo verdaderos odres nuevos, que proclaman a todos, sin distinción, el primer anuncio del Evangelio", animó a los sacerdotes.
Mons. Marcelo D. Colombo (Mendoza): "Los invito a no desanimarse frente a los cansancios, los dolores y las incomprensiones que sobrellevamos juntos. Dios nos acompaña e invita a crecer y perseverar en el servicio a nuestro pueblo que nos ayuda a curar las heridas del camino. De esa manera, pastores y fieles crecemos en una verdadera comunión que dinamiza la vida de la Iglesia, nos sostenemos unos a otros para responder fielmente al Señor".
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Mons. Víctor Manuel Fernández (La Plata): "Como las diversas formas sutiles de persecución y las humillaciones que vive a causa de sus propias culpas y pecados, aun así nuestra reacción (como sacerdotes) tiene que ser convertirnos en más padres y así ser más fecundos, siempre más? Esa fecundidad que no se mide y no se controla, va más allá y es una certeza que Dios da, la certeza de que él nos ungió para bendecir a su pueblo".
Mons. Agustín Radrizzani SDB (Mercedes-Luján): "Con esta fraternidad, cimentada en la vida de Jesús, vamos a los hermanos, a las comunidades, a los grupos, a los alejados, a los indiferentes y a los ateos. Creemos que nuestra catequesis y los sacramentos tiene una fuerza es sí misma, pero, para la incidencia en el mundo actual, es determinante que vayan acompañados de un auténtico testimonio sacerdotal".
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Mons. Juan Puiggari (Paraná): "Se nos exige un nuevo modo de acercarnos a nuestro pueblo, el sacerdote es un hombre de misericordia y de compasión, cerca de su gente y servidor de todos. Este es un criterio pastoral fundamental, la cercanía, la proximidad. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la habitualidad que anestesia. Tenemos que hacer un gran esfuerzo en acoger a cada hermano, especialmente los pobres, enfermos, a los que sufren en el cuerpo y en el alma, a los pecadores".
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Mons. Ramón Dus (Resistencia): "Ante los ojos de la Madre y ante este pueblo ungido como pueblo sacerdotal, agradecemos al fidelidad de Dios y Señor hecha manifiesta en las presencia y servicio de nuestros sacerdotes y consagrados. El sí de María, como hijos suyos, renovamos todos nuestros compromisos de consagración para servir a mundo, atentos a los signos de los tiempos y a la voz del Espíritu que renueva a la única Iglesia de Cristo".
Mons. Carlos Sánchez (Tucumán): "En este momento de crisis debemos ayudarnos y sostenernos unos a otros, saliendo al encuentro del hermano para que podamos resucitar con él a una vida más fraterna en una sociedad donde podamos convivir en paz y vayamos achicando las distancias que tenemos".
Mons. Jorge Eduardo Lozano (San Juan): Una de las certezas que tenemos es que el Espíritu Santo habita en cada uno de nosotros como en un Templo. Pero no como "algo" estático. Se trata de una de las tres Personas de la Santísima Trinidad. Como expresamos en la canción, "?y déjame sentir el fuego de tu amor, aquí en mi corazón, Señor". Como rezamos con fe, "Creo en el Espíritu Santo Señor y dador de vida".
Mons. Rubén Frassia (Avellaneda-Lanús): "Esa alegría es para poder amar más, para poder servir mejor, para dejarse ´comer´ por la gente; por la gente, no por los celos; por la gente, no por tonterías; por la gente, que tienen necesidad real, no por lo mediático ni superficial. Ciertamente, somos hombres de Dios para el Pueblo de Dios, para la gente. Esa es nuestra misión".
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Mons. Mons. Santiago Olivera (Castrense): "Hemos sido ungidos para sanar, vendar, acompañar y para hablar con coraje y valentía. La verdad muchas veces nos duele, pero nos hace libres. La verdad asumida engrandece, aunque parezca humillación. Verdad supone también entonces asumir los propios errores. Jesús vino a sanarnos, vendarnos y curarnos. Esto es motivo de profundo gozo".
Mons. Luis Urbanc (Catamarca): "¡Seamos siempre apóstoles de la alegría, de la esperanza, del amor y del Evangelio! Por cierto, muy conscientes que no somos nosotros los que damos la fuerza al Evangelio, pero, sí, que podemos favorecer o entorpecer el encuentro entre el Evangelio y las personas".
Mons. Luis Collazuol (Concordia): "Nosotros, los sacerdotes, estamos llamados a crecer en una sólida y tierna devoción a la Virgen María, testimoniándola con la imitación de sus virtudes y con la oración frecuente. ¡Consagremos cada día nuestro sacerdocio a la Santísima Virgen María!"
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Mons. Luis Zordán (Gualeguaychú): "¡Que se despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y nuestro compromiso! El cultivo de una "cultura del cuidado" y un modo cada vez más sinodal de pastorear al santo pueblo de Dios nos ayudarán a superar estos males y a convertirnos".
Mons. Gustavo Braida (La Rioja): "Entre los pobres destinatarios de la misión de Jesús estamos nosotros con nuestras pobrezas. Pobreza que nos hace sentir necesitados de su sanación que cura nuestras heridas. Pobreza que nos hace sentir necesitados de su liberación que nos quita apegos desordenados que no nos dejan crecer. Pobreza que nos hace sentir necesitados de su claridad que nos quita las cegueras que no nos dejan ver la verdad. Pobreza que nos hace sentir necesitados de su consuelo que nos alivia cuando tenemos que cargar con las cruces que de tantas maneras se nos presentan".
Mons. Jorge Lugones SJ (Lomas de Zamora): "Las manos del sacerdote tienden la cruz del perdón, en el tribunal de la misericordia, con la gratuidad desbordante que Jesucristo Sumo y Eterno sacerdote nos entregó como potestad: para desatar. Que nuestras manos queden libres de todo lo que nos impide consagrarnos totalmente al Señor".
Mons. Gabriel Mestre (Mar del Plata): "¡Con la audacia del Espíritu queremos seguir andando nomás! ¡Con las manos ungidas y en la audacia del Espíritu queremos seguir andando nomás! ¡Queremos seguir andando nomás con la audacia del Espíritu, con las manos ungidas y siendo profetas coherentes del anuncio de la Buena Noticia!"
Mons. Jorge Vázquez (Morón): "La esperanza es la virtud de los corazones magnánimos, capaces de enfrentar las grandes dificultades de la pastoral y de la misión. El sacerdote magnánimo es aquel que se anima a pensar y a sentir en grande, sin mezquindad, arriesgándose desde la esperanza a gastarlo todo por el Evangelio, por Cristo, por su Iglesia, por la gente, por nuestros queridos laicos, por nuestros jóvenes, por los pobres".
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Mons. Fernando Croxatto (Neuquén): "Esos ojos agradecidos que nos emocionan por su delicadeza y nos hacen tomar conciencia de nuestro ser instrumentos de Alguien más grande que nosotros. Ojos sufridos de tantos, que nos alientan al trabajo, al compromiso ?cuerpo a cuerpo?, como se necesita hoy. Esos ojos pacientes que muchas veces nos suplican lo ayudemos a curar sus divisiones, ésas que destruyen amistades y familias".
Mons. Ariel Torrado Mosconi (Nueve de Julio): "Queridos hijos y hermanos presbíteros, que son mis primeros colaboradores en el ministerio episcopal: hoy al tomarles nuevamente las promesas del día de la ordenación, los animo y los exhorto a una renovada entrega y fidelidad".
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Mons. Luis Scozzina OFM (Orán): "El modelo es Jesús. El pastor está llamado a reunir, a cuidar, a acompañar, está llamado a compadecerse, a sentirse, a involucrarse con la realidad del Pueblo de Dios, en tantas realidades de sufrimiento y de dolor. Más aún está llamado, como el buen samaritano, a cargar la cruz de sus hermanos".
Mons. Marcelo Martorell (Puerto Iguazú): "El sacerdote debe profundizar la oración, hacer penitencia y vivir en austeridad para no dejarse arrastrar por las vanidades del mundo? La Iglesia vive ciertamente tiempos difíciles de persecución pero es necesario confiar siempre, sobre todas las cosas, en la divina misericordia".
Mons. Luis A. Fernández (Rafaela): "Esta Misa Crismal, como presbiterio reunido nos invita a mirar de frente al que es el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin de todo lo creado, renovando el ?sí a Dios? y también pedimos perdón, y nos golpeamos el pecho, porque a veces nuestro ministerio sacerdotal y el de muchos hermanos nuestros en el mundo, no está a la altura de Quien nos eligió y nos llamó, nos ungió y nos envió".
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Mons. Jorge García Cuerva (Río Gallegos): "Que nuestras pupilas se ensanchen en la noche, para descubrir a quienes viven en la oscuridad del pecado, en las tinieblas de la tristeza y la desesperanza. Que nuestra vista sea límpida, transparente, sin prejuicios, que vea a la distancia, y así, sepa de los alejados, de los que no están".
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Mons. Juan J. Chaparro CMF (San Carlos de Bariloche): "Hoy celebramos esta unción para anunciar la buena noticia al mundo, esta buena noticia que es a veces Palabra, Palabra de Dios, a veces testimonio, amor, compromiso, solidaridad... Nunca agradeceremos lo suficiente esta bendición de haber sido convocados, elegidos, sellados, ungidos para anunciar su buena noticia al mundo".
Mons. Sergio Buenanueva (San Francisco): "Tenemos que permanecer siempre discípulos, aprendices y oyentes; abiertos a la acción del Espíritu. Se puede decir esto de una sola vez: orantes, permanecer siempre orantes. Este es también el sentido del lema de este Año Misionero: ?Con vos, María, misioneros del Evangelio?".
Mons. Eduardo García (San Justo): "Solo podremos ser continuación de su obra, sin traicionarlo, si aprendemos a vivir con su espíritu profético. Nos empezamos a parecer a Jesús cuando nuestra vida y lo que hacemos puede ser captado por todos, sobre todo por los pobres, "como algo bueno". Por lo tanto nuestra misión como la de Jesús, no puede pretender ser neutral. Lo peor que podría decirse de nosotros es que somos neutrales, que no optamos por ayudar a vivir".
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Mons. Pedro Martínez Perea (San Luis): "El ser mediador entre Dios y los hombres es obra de Dios, y por eso de sacrificio... El sacerdote solo comprende su vocación y elección divina, en la oración, que es el contacto con Dios, es hablar con Él. La oración no es leer cosas de Dios, no es repetir una fórmula, es el encuentro con Dios que llega a lo más profundo de nuestro ser".
Mons. José Taussig (San Rafael): "La estructura divina de la Iglesia instituida por Jesucristo, nos asegura que Ella ?nunca será destruida?, ni por los ataques externos de sus enemigos ni por los pecados de sus miembros, el enemigo interno y más serio y preocupante, sino que será purificada y resurgirá con nuevo brío y belleza para cumplir su misión evangelizadora".
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Mons. Gustavo Montini (Santo Tomé): "Los tiempos en que nos toca vivir nuestro sacerdocio no son fáciles. Por otro lado, nunca lo fueron. Sentimos, y nos duele, esa suerte de hostilidad frente a todo aquello que pueda tener una referencia a lo cristiano. A la vez, nos entusiasma el privilegio de haber sido elegidos por Dios ?Él ha pensado en nosotros, y no en otros- en este crucial eslabón de nuestra historia diocesana".
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Mons. Pedro M. Laxague (Zárate-Campana)