Miles de porteños bendijeron Buenos Aires en víspera del Domingo de Ramos
- 16 de abril, 2019
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Buenos Aires (AICA)
Miles de personas salieron a las calles para bendecir la ciudad en el marco de la Misión Arquidiocesana de Ramos, que el sábado 13 de abril adelantó la Semana Santa en Buenos Aires. La jornada misionera culminó en la parroquia San Rafael Arcángel, de Villa Devoto, donde el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, bendijo los ramos de olivo y presidió la misa de vísperas.
Miles de personas salieron a las calles para bendecir la ciudad en el marco de la Misión Arquidiocesana de Ramos, que el sábado 13 de abril adelantó el inicio de la Semana Santa en Buenos Aires.
La misión llevó por lema "Nunca deja de amarnos" y se enmarcó en el Sínodo Arquidiocesano que transita esta jurisdicción eclesiástica porteña.
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Obispos, sacerdotes y fieles, entre ellos muchas familias y jóvenes, salieron desde la mañana a las calles y plazas de Buenos Aires a bendecir a comercios y transeúntes, a rezar un Padrenuestro o un Avemaría con los transeúntes, y obsequiar ramos de olivos y estampas.
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En tanto, los sacerdotes escucharon confesiones de los vecinos, los misioneros y todo aquel que se quisiera acercarse al sacramento de la Reconciliación en las mesas o carpas misioneras instaladas en varias esquinas de la ciudad.
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Los misioneros recorrieron la avenida Rivadavia desde el centro porteño hasta el barrio de Caballito, mientras que otra columna lo hizo por las avenidas Santa Fe y Cabildo. Durante el trayecto rezaban y entonaban cánticos.
La misión arquidiocesana culminó en la parroquia San Rafael Arcángel, del barrio porteño de Villa Devoto, donde el arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Aurelio Poli, bendijo los ramos de olivo y presidió la misa de vísperas, concelebrada con sus obispos auxiliares.
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Mons. Carrara en la catedral metropolitana
La bendición, procesión y misa solemne del Domingo de Ramos en la catedral de Buenos Aires fue presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Gustavo Carrara.
"Nos impactan del viacrucis los latigazos, la burla, los escupitajos, la corona de espinas, los clavos. Pero tal vez, nos tenga que tocar más el corazón el grito de Jesús en la cruz: ?Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado??", expresó el prelado en la homilía.
"La cercanía de Jesús con su Padre es muy íntima y profunda, pero al tener que cargar con los pecados del mundo, provoca una lejanía con Dios, una vivencia de abandono de Dios inimaginable", aseguró.+