Río Gallegos se prepara para celebrar 500 años de la primera misa en la Argentina
- 3 de abril, 2019
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Río Gallegos (Santa Cruz)
La diócesis de Río Gallegos ha comenzado el 1º de abril un Año Eucarístico Diocesano, con el lema "Se acercó y sigue caminando con nosotros", en preparación a los 500 años de la primera misa celebrada en territorio argentino, que ocurrió en abril de 1520, en la ciudad de Puerto San Julián, Santa Cruz. Al finalizar el acto protocolar con presencia de autoridades provinciales y numerosos fieles, monseñor Jorge García Cuerva, obispo de Río Gallegos, celebró la misa de apertura.
Con el lema "Se acercó y sigue caminando con nosotros", Río Gallegos ha comenzado un Año Eucarístico Diocesano en preparación a los 500 años de la primera misa celebrada en territorio argentino, que ocurrió en abril de 1520, en la ciudad de Puerto San Julián, provincia de Santa Cruz.
Con un acto protocolar se dió inicio el 1º de abril el Año Eucarístico Diocesano. Se realizó frente a la embarcación Nao Victoria, en el punto cero, a orillas de la Bahía de San Julián. Participaron distintas autoridades provinciales y municipales, entre ellas el vicegobernador de Santa Cruz, Pablo González, el intendente de Puerto San Julián, Antonio Tomasso, sacerdotes, diáconos y religiosas de la diócesis, abanderados de los colegios, y una numerosa convocatoria de fieles.
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Al finalizar el acto, por cuestiones climáticas, la Eucaristía se celebró en la parroquia Sagrado Corazón, presidida por monseñor García Cuerva y concelebrada por el párroco, presbítero Daniel Mosqueda. Durante su homilía, el obispo expresó: "Así como aquellos hombres soñadores llegaron a estas tierras, con la tristeza por un lado y la desesperanza, porque todavía no encontraban el estrecho o el camino entre los dos océanos, pudieron recuperar fuerzas y seguir adelante porque tenían hambre de Dios, hambre de paz, hambre de tranquilidad, hambre de esperanza".
"Recuperando esos sueños, hicieron historia, dieron la vuelta al mundo. Hoy también estamos convocados nosotros, a tener hambre de Dios y ser capaces de soñar grande y de hacer historia, por una Argentina mejor para todos", resaltó.
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"En nuestras eucaristías, nadie es descartable"
En el marco de esta fiesta, el cuarto domingo de Cuaresma, el pasado 31 de marzo, monseñor García Cuerva optó por visitar el basural de la ciudad de Río Gallegos y celebrar a sus puertas la misa dominical.
Numerosa concurrencia acompañó la celebración, integrada principalmente por gente de los barrios cercanos y de otros lugares de la ciudad. Las comunidades de migrantes acompañaron la celebración con danza, alegría y color.
En referencia al relato evangélico del padre misericordioso, el obispo diocesano describió la actitud de los tres personajes de la parábola: "El hijo menor llega a lo más bajo; allí tiene 2 opciones: o se hunde del todo, o pica, toma fuerzas y sale a flote. Qué bueno es recordar que fuimos rescatados, perdonados, y amados por Jesús. Qué sano es tener presente nuestro momento de vida entre los cerdos, a fin de ser más buenos con los demás, más misericordiosos con quienes se sienten alejados de Dios".
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Mientras que, el padre, "espera a su hijo, se conmueve, lo besa y lo cura con tanto amor. Es un padre con muchos rasgos maternales por ese amor incondicional al hijo, como tantas madres que siguen a sus hijos presos, los esperan a pesar de los errores cometidos, los defienden más allá de todo.
Por su parte, el hijo mayor "nunca entendió al padre; estableció con él una relación empleado-empleador, cumplía órdenes como si el padre fuese un jefe. Se enoja con la alegría del hermano; no quiere entrar a la fiesta", describió monseñor García Cuerva.
"Dios no quiere que nadie quede afuera de la fiesta, nadie es descartable, ni el hijo menor más allá de su conducta; tampoco el mayor y por eso lo sale a buscar. Dios quiere el bien para todos, y quiere que también lo busquemos nosotros".
Luego se refirió al comienzo del Año Eucarístico Diocesano: "En la primera misa celebrada por Jesús hubo lugar para todos, incluso para Judas, el traidor? Nuestras mesas, nuestras eucaristías, nuestras comunidades, nuestra sociedad, debe ser un lugar para todos, nadie es descartable, el padre no quiere que nadie sea tratado como basura, que nadie se quede afuera de la fiesta, pero que tampoco, en la fiesta, algunos estén cómodamente sentados, y otros sean los mozos", concluyó.+