"La proximidad de la Pascua nos hace volver la mirada al tema de la misericordia del Señor. La Pascua está rubricada por la reconciliación del hombre con Dios y nos hace verlo con un corazón lleno de deseos de reconciliación", expresó el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Martorell, al compartir sus reflexiones sobre las lecturas del IV domingo de Cuaresma, donde se habla de la misericordia de Dios.
"La proximidad de la Pascua nos hace volver la mirada, en medio de la cuaresma, al tema de la misericordia del Señor. La Pascua está rubricada por la reconciliación del hombre con Dios y nos hace mirarlo con un corazón lleno de deseos de reconciliación", expresó el obispo de Puerto Iguazú,
monseñor Marcelo Raúl Martorell, al compartir con la comunidad diocesana sus reflexiones sobre las lecturas del IV domingo de Cuaresma, en las que se habla de la misericordia de Dios.
Tras unos conceptos sobre la primera lectura, tomada del Libro de Josué, donde se presenta al Pueblo Elegido que en su llegada a la Tierra Prometida celebra jubiloso su primera Pascua, y otras consideraciones sobre la segunda carta a los Corintios, donde se dice que "lo antiguo ha pasado y lo nuevo ha comenzado", y que Cristo es la nueva Pascua, monseñor Martorell participa sus reflexiones sobre la misericordia de Dios en el Evangelio de San Lucas.
"De dos parábolas se sirve Jesús para hacernos comprender la misericordia de Dios. El Pastor que deja el rebaño para ir en búsqueda de la oveja perdida ´y una vez que la encuentra la pone sobre sus hombros´. La oveja perdida es el pecador que se ha alejado del rebaño y que el amor de Dios en Jesucristo la busca y la lleva consigo. Todo pecador es buscado por Cristo para ponerlo sobre sus hombros y llevarlo a una vida mejor, a la vida de la gracia y del amor junto al rebaño creyente".
"El otro ejemplo es el del hijo pródigo que abandonó la casa del padre y malgastó su herencia, quien -tocado por la gracia- vuelve a la casa paterna y el Padre amorosamente sale a su encuentro y hace para él una fiesta. Dios es el Padre que espera incansable a los hijos que lo abandonaron, los toca con su gracia y los invita a regresar permitiendo que les hiera el aguijón de los remordimientos y cuando los ve venir corre a su encuentro para que se haga más rápida la reconciliación y le ofrece el beso del perdón".
"Todos nosotros, pecadores, somos tocados por la gracia para volvernos a Dios Padre, que nos espera con el beso del perdón en su misericordia. Todos estamos llamados a volver a Dios y la cuaresma se hace un camino maravilloso para la conversión. La gracia de Dios está tocándonos el corazón para que cambien nuestras costumbres, nuestros gestos y actos humanos y sepamos que la misericordia de Dios es infinita y que su amor nos está esperando. Su Hijo hecho Pascua nos está esperando para hacernos gustar el amor del Padre, ese amor que hace que el que ha caído se levante y el que está en medio del camino se ponga a caminar con la esperanza de una vida nueva en el amor.
La Iglesia nos invita en este domingo a gustar de esa inmensa misericordia de Dios Padre, a no quedarnos caídos ni en medio del camino. Pone en nuestro corazón la necesidad de reconciliarnos con Él, de convertirnos cada vez más al amor de Dios y de los hermanos. Toca con su gracia la dureza de nuestro corazón llamándonos a la conversión y a gustar de su infinita misericordia", concluyó monseñor Martorell.+