"La liturgia de este domingo nos conduce a contemplar la maravilla de la Transfiguración del Señor delante de sus apóstoles Santiago, Pedro y Juan", expresó el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Martorell, al reflexionar sobre el Evangelio del II domingo de Cuaresma. "La Transfiguración -agregó- es el preludio de su Resurrección y garantía de la nuestra. El escándalo de la Cruz debía ser cambiado por la alegría de la resurrección y fortalecer a los apóstoles".
"La liturgia de este domingo nos conduce a contemplar la maravilla de la Transfiguración del Señor delante de sus apóstoles Santiago, Pedro y Juan", expresó el obispo de Puerto Iguazú,
monseñor Marcelo Raúl Martorell, al reflexionar sobre el Evangelio del segundo domingo de Cuaresma. "La Transfiguración -agregó- es el preludio de la Resurrección del Señor y garantía de la nuestra. El escándalo de la Cruz debía ser trastocado por la alegría de la resurrección para fortalecer el seguimiento de los apóstoles que confiaban en el Señor y no entendían los anuncios de su Pasión y Muerte".
"Una vez más sobre el Tabor -prosiguió- se muestra Dios ante los hombres a quienes presenta a su Hijo muy amado. "Este es mi Elegido, mi Hijo, escúchenlo". Todos los signos de Dios están aquí presentes: la nube, la montaña, el resplandor? Es el cara a cara del Creador y de su criatura, el encuentro del cielo y de la tierra, de Dios con el hombre. Y el acontecimiento mucho más profundo: el del Padre con su Hijo Jesucristo".
"Jesús permite que -por un momento- su divinidad y gloria resplandezcan a través de las apariencias humanas y así se presenta a sus discípulos y a nosotros como realmente es: "resplandor de la gloria del Padre". El deseo de los justos del Antiguo Testamento y del Nuevo fue siempre el de contemplar la Gloria de Dios, contemplar el rostro de Dios. Esta visión del rostro de Dios está ordenada a robustecer la fe y a ayudar a llevar la cruz del Señor".
"Junto a Jesús transfigurado -señala el obispo- aparecen dos hombres: Moisés y Elías. Moisés que representa la Ley y Elías a los Profetas; la Ley que el Señor ha venido a dar plenitud y los Profetas cuyos vaticinios vino a cumplir. La presencia de estos personajes muestran la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La transfiguración habla de los sufrimientos que Jesús tendrá que padecer y de su partida que estaba por suceder en Jerusalén. Gloria y dolor, contrapuestos entre sí se mezclan en la visión, pero que son contrastantes del único misterio pascual de Cristo; muerte y resurrección, cruz y gloria", concluyó monseñor Martorell.+