El obispo de Avellaneda-Lanús, Mons. Rubén Frassia, compartió con su comunidad diocesana unas reflexiones sobre las tentaciones a las que Jesús permitió ser sometido por el demonio en el desierto, según se narra en el Evangelio del primer domingo de Cuaresma. Pero a las tentaciones -señaló Mons. Frassia- no hay que tenerles miedo, sino que hay que resistirlas, como hizo el mismo Jesús.
El obispo de Avellaneda-Lanús,
monseñor Rubén Oscar Frassia, compartió con su comunidad diocesana unas reflexiones sobre las tentaciones a las que Jesús permitió ser sometido por el demonio en el desierto, según se narra en el Evangelio del primer domingo de Cuaresma. Pero a las tentaciones -señaló monseñor Frassia- no hay que tenerles miedo, sino que hay que resistirlas, como hizo el mismo Jesús en el desierto.
"El desierto es un lugar de silencio, de grandeza y también de hostilidad; allí se vive a la intemperie y las cosas se perciben con mayor intensidad: el calor, el sol, el viento, el frío, el hambre, la sed, la soledad. El Señor permite ser tentado, lo que es un misterio; el verdadero Dios y verdadero hombre asumió nuestra naturaleza en todo, hasta la tentación pero menos el pecado.
"El demonio, el maligno, le propone tres cosas que halagan: la carne, la riqueza y el poder, pero el Señor dice: "Sólo al Señor adorarás"; el Señor no transa, no negocia, no acepta, no permite", enseña monseñor Frassia.
"Esto es muy importante -agrega- porque todos pasamos por momentos de mucha dificultad y en algún momento de la vida somos tentados. Pero no hay que asustarse de la tentación; cuando eso sucede lo que hay que hacer es recurrir a la oración y pedir fuerza para poder seguir permaneciendo en el Señor. Esa atenta escucha de la Palabra de Dios, esa conversión, esa oración, también nos permite vivir la caridad fraterna para que seamos íntegros en todo nuestro desarrollo".
"Queridos hermanos, tomemos decisiones, no nos asustemos de la tentación porque, si estamos leyendo y escuchando la Palabra de Dios, si estamos atentos a la oración y tenemos caridad en serio, nuestra vida será auténticamente humana y auténticamente plena como cristianos", concluyó el obispo de Avellaneda-Lanús.+