El arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Eduardo Lozano, pidió que los debates de este año electoral en el país y la provincia se centren "en los proyectos que se proponen implementar los diversos candidatos" y consideró necesario que al hacerse destierren "las descalificaciones, las agresiones verbales, los golpes bajos o, por elevación, a las familias".
El arzobispo de San Juan de Cuyo,
monseñor Jorge Eduardo Lozano, apeló a diversos discursos del papa Francisco para hablar de la necesidad de "elegir el camino del diálogo para hacer la paz" y de la clave que encararlo, según el pontífice: "La mansedumbre, sin gritar".
"Dialogar es difícil. Pero peor que intentar construir un puente con un adversario es dejar que crezca en el corazón el resentimiento hacia él, de este modo quedamos ?aislados en este caldo amargo de nuestro resentimiento?. Sin embargo, un cristiano vence el odio con un acto de humildad", destacó con una cita del Papa.
El prelado valoró la importancia de "?buscar la paz lo antes posible?, con una palabra, un gesto" y graficó: "Un puente más que un muro, como el que por tantos años dividió Berlín".
En referencia a los tiempos electorales tanto en el ámbito nacional como provincial, el arzobispo sanjuanino estimó necesario "centrar el debate en los proyectos que se proponen implementar los diversos candidatos".
"Seguramente los debates son y serán apasionados porque no se trata de cuestiones abstractas, sino de problemáticas que incumben y afligen a todos. Pero es necesario desterrar las descalificaciones, las agresiones verbales, los golpes bajos o, por elevación, a las familias", pidió.
En este sentido, monseñor Lozano repitió lo que Francisco le decía a la clase política y dirigente en Panamá: "Las nuevas generaciones, desde su alegría y entusiasmo, desde su libertad, sensibilidad y capacidad crítica reclaman de los adultos, pero especialmente de todos aquellos que tienen una función de liderazgo en la vida pública, llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten y que les ha sido confiada".
"Es una invitación a vivir con austeridad y transparencia, en la responsabilidad concreta por los demás y por el mundo; una invitación a llevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción. Ellos reclaman un compromiso, en el que todos ―comenzando por quienes nos llamamos cristianos― tengamos la osadía de construir ?una política auténticamente humana? que ponga a la persona en el centro como corazón de todo", concluyó.+