Proponen una contrarreforma en la arquitectura sacra católica
- 7 de febrero, 2019
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Washington (Estados Unidos)
La revista estadounidense "Crisis Magazine" reprodujo una nota editorial de la revista "Arquitectura Sacra", en la que el profesor de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame, Duncan Stroik, propone una "contrarreforma" en el arte sacro y la arquitectura con el fin de volver a representar la antigüedad, la universalidad y la belleza de la Iglesia en la época actual.
La revista estadounidense "Crisis Magazine" reprodujo una nota editorial de la revista "Arquitectura Sacra", en la que el profesor de Arquitectura de la Universidad de Notre Dame, Duncan Stroik, propone una nueva contrarreforma en el arte sacro y la arquitectura con el fin de volver a representar la antigüedad, la universalidad y la belleza de la Iglesia en la época actual.
El arquitecto recordó que la reforma protestante predicó el rechazo de la figura humana en el arte religioso, la reorientación del culto en torno a la predicación en lugar del altar, el desconocimiento de la presencia de Jesús en la Eucaristía y la abolición de la distinción entre el clero y el laicado. La respuesta de la Iglesia fue conocida como la Contrarreforma, un proceso de renovación espiritual en el que además de las iniciativas de renovación en la fe se promovió activamente el arte sacro y la arquitectura como una respuesta creativa que generó obras maestras que aún hoy despiertan la admiración entre creyentes y no creyentes.
Sin embargo, un proceso similar a la reforma protestante se produjo de hecho al interior de la Iglesia en materia de arquitectura sacra desde 1960 y numerosos templos dejaron de expresar la maravilla de Dios, aplicando los mismos principios de la Reforma esta vez desde el interior de la Iglesia. La respuesta a esta situación debería ser, según propone Stroik, una segunda contrarreforma: "Una que aprenda de la primera contrarreforma de los siglos XVI y XVII cómo llevar a cabo una respuesta seria y creativa a la iconoclasia, al funcionalismo, al igualitarismo y al ´cotidianismo´ de nuestro tiempo".
La contrarreforma no se limitó a la arquitectura sacra sino que motivó un retorno de los obispos al liderazgo de sus diócesis, impuso a los sacerdotes el deber de celebrar la Eucaristía diariamente, invitó a los fieles a recibir la Comunión de manera más frecuente y a un mayor acceso a la predicación y al sacramento de la Penitencia. La adoración eucarística recibió un renovado fomento, así como la catequesis y la educación, incluyendo la introducción de los seminarios para la formación de sacerdotes. Todo este impulso se expresó en un renovado compromiso en la promoción de la belleza en los templos y en la liturgia, al igual que un desarrollo notable en el arte sacro.
"Necesitamos una recuperación de los principios antiguos y una restauración de lo que es perenne y clásico", propuso Stroik. "La forma de basílica y el baldaquino, por ejemplo, así como las barandas del altar, los altares laterales y las capillas, los confesionarios solemnes, un lugar separado para el Bautismo y los Santos sepultados debajo del altar o las reliquias visibles para la veneración". De igual manera, el arquitecto sugirió elevar el Sagrario a la parte más bella del templo para convertirlo en el foco y la identidad de la liturgia y de la devoción de los fieles.
También motivó a los arquitectos a desarrollar una narrativa a la hora de diseñar los edificios dedicados al culto divino. "No podemos conformarnos con la ´fórmula americana´ de un crucifijo sobre el altar, María a la izquierda y San José a la derecha", comentó el autor. "Los templos necesitan ser como un buen libro que pueda ser releído, como una buena sinfonía que se escuche una y otra vez, con cosas nuevas siempre vistas o descubiertas". Para lograr este fin invitó a encargar obras de arte de forma que no se empleen copias y esculturas de molde. "Nuevas pinturas, esculturas, mosaicos y murales empujan a los artistas a desarrollar nuevas y auténticas maneras de expresar las verdades eternas".
Para el arquitecto, esto no significa convertirse en un anticuario o tratar de regresar al pasado. "Esto significa crear iglesias que sean tradicionales pero también contemporáneas, universales pero locales, romanas pero católicas", haciendo énfasis en que estas características deben combinarse y no excluirse: "Templos que combinan la unidad con la diversidad y aprehenden el carácter local, expresan Santos modernos y desarrollan con inventiva la Tradición. Como los grandes artistas y arquitectos de la contrarreforma, debemos defender la fe de la Iglesia Católica a través de la belleza".+