El obispo castrense, monseñor Santiago Olivera, presidió una misa en el aniversario de la muerte del Santo Cura Brochero, en la villa de Traslasierra que lleva su nombre. "Brochero no sólo predicaba con su palabra, sino también lo hacía con su vida, con ella enseñaba el Evangelio", afirmó.
"Brochero no sólo predicaba con su palabra, sino también lo hacía con su vida, con ella enseñaba el Evangelio", afirmó el obispo castrense,
monseñor Santiago Olivera, al presidir la misa en el aniversario de la muerte de San José Gabriel del Rosario Brochero.
La celebración fue el sábado 26 de enero en el santuario Nuestra Señora del Tránsito y Santo Cura Brochero, en la villa cordobesa que lleva su nombre, en el Valle de Traslasierra, para concluir la Semana Brocheriana que reunió a una multitud de fieles en diversas celebraciones.
En la jornada del 26 de enero se celebraron misas tanto en el santuario como en la capilla del predio La Providencia. En esta presidió la Eucaristía el arzobispo de Córdoba, monseñor Carlos José Ñáñez, junto con su obispo auxiliar. En el Santuario, monseñor Olivera celebró a las 11, y en la Plaza de Centenario presidió a las 20 el obispo de Cruz del Eje, monseñor Ricardo Araya.
En su homilía, monseñor Olivera recordó la figura del Santo Cura Brochero a 105 años de su muerte. En ese sentido, relató que la Semana Brocheriana nació como "una feliz coincidencia del pueblo de Dios, del obispo y sacerdotes de entonces que vieron importante en este tiempo, previo al 26 de enero, ir preparando los corazones de su pueblo, pidiendo sea glorificado el Siervo de Dios Brochero".
Reflexionando sobre la vida de Brochero, lo describió como un ejemplo para los consagrados, sacerdotes, y para todo el pueblo de Dios.
Antes de su canonización, detalló el obispo, "el pueblo de Dios ya lo intuía como Santo y por ello venía al santuario. Muchos acudían al Cura Brochero para recibir su consejo, recibir la paz, reconciliarse con Dios, muchos albergaban a Brochero en sus propias casas, en sus propios ranchos cuando él vivía".
"El Cura Brochero era un cura salidor, no se quedaba en las paredes de su parroquia, ni en los límites de su curato, el salía anunciando el Evangelio. El gran desafío de los cristianos siempre será que la Palabra de Dios que escuchamos, sea Palabra que se encarna, que sea viva, solo así seremos felices de verdad", afirmó.
"¡Feliz aquel que escucha la Palabra y la practica!", exclamó el obispo, reconociendo que "este hombre de Dios vivió la Palabra del Señor, y podríamos decir que su vida sola, sin predicación anunciaba la Palabra".
"En el momento cumbre de su vida, él pudo ofrecer ese dolor, esa enfermedad, esa soledad por el bien de su pueblo, por los pasados, presentes y futuros. Brochero lo supo captar, lo supo entender y entregar su vida por esta causa, para que todos puedan escuchar el anuncio del Evangelio", afirmó.
"En este lugar, corazón sacerdotal de nuestra patria argentina está Brochero, él sigue haciendo su obra, sigue llevándonos a Jesús, sigue trayéndonos a Jesús, sigue buscándonos cuando nosotros venimos. Cuando por distintos motivos, muchos por enfermedad, por angustia, por dolores varios, venimos a Brochero, él quiere darnos el consuelo de Dios, quiere fortalecernos con la fe, quiere presentarnos a Jesús", aseguró.
"Podríamos decir que Brochero hizo muchas cosas, pero quizás, la síntesis, la contención de toda su obra, fue la pasión por anunciar el Evangelio, la que coronó en este santo tiempo que vivió antes de su muerte".
"Aquí, donde nos encontramos y nos felicitamos, nos decimos ¡feliz día!, la muerte de un cristiano es una fiesta, Brochero también nos regala esta posibilidad año tras año el poder celebrar su Pascua. Su fiesta es el 16 de marzo, el día de su nacimiento, así lo dijo la Iglesia, porque hoy (26 de enero) celebramos a los santos Timoteo y Tito, pero nosotros hoy contemplamos su muerte y descubrimos la clave de un cristiano. Porque, ??aquel que cree en mí, aunque muera vivirá??", señaló.
"Para quienes creemos, sabemos que la muerte es el paso a la vida en plenitud, al gozo, Brochero nos recuerda con su vida pobre y entregada, con su predicación evangélica, con su celo misionero, justamente que la muerte es el tránsito al abrazo con el Padre. ¡Cuánto nos llena de alegría saberlo!", concluyó.+