En continuidad con su agenda del día, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2019, el papa Francisco se reunió con los obispos centroamericanos, en la iglesia San Francisco de Asís de la Ciudad de Panamá. Recordó al recientemente canonizado San Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, y les habló sobre la kénosis de Cristo, del jóven, del sacerdote y del pobre.
El papa Francisco continúa su viaje apostólico en Panamá con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2019. Este mediodía se reunió en la iglesia San Francisco de Asís con los obispos del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), constituido por los miembros de las Conferencias Episcopales de los seis países de Centro América.
El pontífice valoró la historia y la herencia martirial y profética de los países centroamericanos. Recordó la figura del recientemente canonizado San Oscar Romero, arzobispo de San Salvador: "Apelar a la figura de Romero es apelar a la santidad y al carácter profético que vive en el ADN de sus Iglesias particulares". "Sentir con la Iglesia", fue el lema de su escudo episcopal, que Francisco aprovechó para enmarcar su discurso.
"Romero pudo sintonizar y aprender a vivir la Iglesia porque amaba entrañablemente a quien lo había engendrado en la fe. Sin este amor de entrañas será muy difícil comprender su historia y conversión, ya que fue este mismo amor el que lo guio hasta la entrega martirial".
En referencia al martirio del santo, apuntó: "El martirio no es sinónimo de pusilanimidad o de la actitud de alguien que no ama la vida y no sabe reconocer el valor que esta tiene. Al contrario, el mártir es aquel que es capaz de darle carne y hacer vida esta acción de gracias".
Kénosis: vaciarse de la propia voluntad para llenarse de Dios
Para monseñor Romero, "sentir con la Iglesia es tomar parte en la gloria de la Iglesia, que es llevar en sus entrañas toda la kénosis de Cristo", expresó el papa Francisco. "La kénosis de Cristo nos recuerda que Dios salva en la historia, en la vida de cada hombre, que esta es también su propia historia y allí nos sale al encuentro", dijo al recordar las palabras de San Romero en una homilía de 1978.
"Es importante, hermanos, -les dijo a los obispos- que no tengamos miedo de tocar y de acercarnos a las heridas de nuestra gente, que también son nuestras heridas, y esto hacerlo al estilo del Señor".
Asimismo, el pontífice definió la kénosis como "joven", porque con los jóvenes "con ellos podremos leer de modo renovado nuestra época y reconocer los signos de los tiempos". Ellos son uno de los "lugares teológicos" en los que el Señor "nos da a conocer algunas de sus expectativas y desafíos para construir el mañana". "Con ellos podremos visualizar cómo hacer más visible y creíble el Evangelio en el mundo que nos toca vivir; ellos son como termómetro para saber dónde estamos como comunidad y sociedad".
Por eso, los animó a "salir al encuentro y acercarse" a los jóvenes en esta Jornada Mundial de la Juventud. "Ellos portan consigo una inquietud que debemos valorar, respetar, acompañar, y que tanto bien nos hace a todos porque desinstala y nos recuerda que el pastor nunca deja de ser discípulo y está en camino". "¡Cómo no agradecer tener jóvenes inquietos por el Evangelio!".
"Los exhorto pues, a promover programas y centros educativos que sepan acompañar, sostener y potenciar a sus jóvenes; ?róbenselos? a la calle antes de que sea la cultura de muerte la que, ?vendiéndoles humo? y mágicas soluciones se apodere y aproveche de su imaginación. Y háganlo no con paternalismo, de arriba a abajo, porque eso no es lo que el Señor nos pide, sino como padres, como hermanos a hermanos. Ellos son rostro de Cristo para nosotros y a Cristo no podemos llegar de arriba a abajo, sino de abajo a arriba".
Problemática migratoria
Al referirse a la última carta pastoral de los obispos del Sedac en la que expresaron su preocupación por las migraciones, le dijo: "Muchos de los migrantes tienen rostro joven". "Acoger, proteger, promover e integrar, pueden ser los cuatro verbos con los que la Iglesia, en esta situación migratoria, conjugue su maternidad en el hoy de la historia", destacó.
"Un llamado al coraje". Trabajar por los miles de migrantes, en su mayoría hombres y mujeres jóvenes, que buscan construir su vida, su familia. Esta tarea es fundamental para mostrar con obras el amor de Dios a sus hijos. Muchos de los migrantes son parte de lo que el mundo descarta.
"El mundo descarta, lo sabemos y padecemos; la kénosis de Cristo no, la hemos experimentado y la seguimos experimentando en propia carne por el perdón y la conversión. Esta tensión nos obliga a preguntarnos continuamente: ¿dónde queremos pararnos?", cuestionó.
Padres sacerdotales fecundos
El papa Francisco invitó a los obispos presentes a preguntarse: "¿Cuánto me afecta la vida de mis curas? ¿Cuánto soy capaz de dejarme impactar por lo que viven, por llorar sus dolores, así como festejar y alegrarme con sus alegrías?". Y les aconsejó estar siempre disponibles para ellos: "Que nuestras agendas episcopales tengan espacio para recibir, acompañar y sostener a nuestros curas".
"En ellos recae de modo especial la responsabilidad de que este pueblo sea el pueblo de Dios. Están en la línea de fuego. Ellos llevan sobre sus espaldas el peso del día y del calor (cf. Mt 20,12), están expuestos a un sinfín de situaciones diarias que los pueden dejar más vulnerables y, por tanto, necesitan también de nuestra cercanía, de nuestra comprensión y aliento, de nuestra paternidad".
El pontífice los animó a ser obispos en que los sacerdotes puedan "mirarse" y no un "administrador que quiere ?pasar revista? de las tropas", apuntó. "Que los curas perciban en el obispo a un hombre capaz de jugarse y dar la cara por ellos, de sacarlos adelante y ser mano tendida cuando están empantanados". Y los animó a ser hombres de discernimiento, "que sepan orientar y encontrar caminos concretos y transitables en las distintas encrucijadas de cada historia personal".
Pueblo sufriente y esperanzador de Dios
"La pobreza es madre y muro", dijo el Papa citando a San Ignacio de Loyola. "Madre porque nos invita a la fecundidad, a la generatividad, a la capacidad de donación que sería imposible en un corazón avaro o que busca acumular. Y muro porque nos protege de una de las tentaciones más sutiles que enfrentamos los consagrados: la mundanidad espiritual".
"La pobreza es madre y muro porque custodia nuestro corazón para que no se deslice en concesiones y compromisos que debilitan la libertad y parresía a la que el Señor nos llama", manifestó al concluir, e invocó la protección de María Santísima.
El Sedac es el primer organismo de comunión episcopal del continente americano. El actual presidente es monseñor José Luis Escobar Alas, de El Salvador, quien dirigió saludos al papa Francisco, en nombre de la institución episcopal.+
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