Al concluir el año, el domingo 30 de diciemre, en la Fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, reflexionó en sus habituales tres puntitos en torno a las familias: la de los desencuentros y situaciones de crisis, la que es escuela de amor y la que consagra todo al Señor.
A la luz del Evangelio del domingo 30 de diciemre, en la Fiesta de la Sagrada Familia, el obispo de Mar del Plata,
monseñor Gabriel Mestre, reflexionó en sus habituales tres puntitos. "Jesús no solo se hace carne, se hace ser humano, sino que también asume todas las consecuencias de la encarnación, creciendo y desarrollándose en el seno de una familia, la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José.
El prelado describió tres tipos de familia: la de los desencuentros y situaciones de crisis, la que es escuela de amor y la que consagra todo al Señor.
Una familia con ´desencuentros´ y situaciones de crisis
En el primer estilo de familia, monseñor Mestre se refirió a esa que se siente "un poco lejos" de la Sagrada Familia. "Jesús es Dios, María santa inmaculada y José es santo... Nuestras familias distan mucho de vivir la santidad de esta familia". Sin embargo, explicó el prelado, "en el seno de la Familia Santa de Nazaret se da una situación de desencuentro", en referencia al relato evangélico de Jesús perdido y hayado en el Templo.
"Hay una suerte de crisis en la vida interior de la Sagrada Familia que tiene que ver con la misión de Jesús y las expectativas de María y José", expresó. Entonces, los desencuentros "son parte de la vida familiar", no hay familia ni vida sin ellos. "Es cuestión de aceptarlos y tratar de que no sean fruto de nuestros pecados, rencores y egoísmos".
La familia ´primera´ escuela del amor
En referencia a la segunda lectura, el obispo de Mar del Plata invitó a imitar las virtudes de la Sagrada Familia. "¿Cómo lo hacemos?", preguntó, "viviendo el mandamiento del amor: amarnos los unos a los otros como Él nos ama. La familia es el primer lugar donde se aprende el amor", afirmó. En un sentido profundamente existencial, mostró la clave: "amar y dejarse amar". "Como la familia de Nazaret, cada familia debe ser primera escuela de amor para que así cada uno de sus miembros pueda ser fermento de ese amor en medio de la vida, la comunidad, el ambiente, la sociedad y el mundo".
Una familia que ´consagra´ todo al Señor
Monseñor Mestre, recordó, en el último punto la primera lectura, cuando Ana consagrea y ofrece su hijo Samuel al Señor, y recomendó: "Hoy podemos imitar en nuestras familias esta actitud de consagrar y ofrecer todo a Dios". Lo bueno y lo malo, lo fácil y lo complicado, lo gozoso y lo doloroso, lo luminoso y las tinieblas, "sobre todo cuando tocamos el límite de lo humano y de nuestro esfuerzo". Al concluir, citó las palabras de San Juan Pablo II el 26 de octubre de 1997: "La familia que reza unida, permanece unida".+