El sábado 15 de diciembre monseñor Adolfo Uriona FDP, obispo de Villa de la Concepción del Río Cuarto, ordenó a Javier Lovay como diácono permanente. La celebración se llevó a cabo en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de la localidad de Ucacha. "Voy a pedirle al Señor, poder hacer de este servicio, el centro de mi vida", afirmó el neodiácono.
En la diócesis de Villa de la Concepción del Río Cuarto, Javier Lovay fue ordenado diácono permantente por manos del obispo diocesano,
monseñor Adolfo Uriona FDP. La celebración se llevó a cabo el sábado 15 de diciembre en la parroquia Nuestra Señora del Rosario de la localidad de Ucacha.
Durante su homilía, monseñor Uriona recordó cómo nacía la vocación del nuevo diácono: en su comunidad, juto con su familia, durante un Vía Crucis hace casi 10 años. "Tal vez no estemos habituados a ver a hombres casados que reciban el orden sagrado y realicen una tarea de este tipo", expresó el obispo y explicó el significado del orden sagrado en grado de diaconado permanente: "El diaconado fue instituido en la Iglesia primitiva, pero con el correr de los siglos se fue convirtiendo en un ministerio previo al sacerdocio y en orden a él. Por la acción del Espíritu Santo, el diaconado ha sido redescubierto en su especificidad en el siglo pasado, particularmente con el Concilio Vaticano II y hoy es un ministerio que crece con fuerza", sostuvo.
Enseñó que las tareas del diácono son las de enseñar, santificar y presidir. Es decir, proclamar la Sagrada Escritura e instruir y exhortar al pueblo; en la oración, a través de la Liturgia de las Horas, en la administración solemne del bautismo, en la conservación y distribución de la Eucaristía, en la asistencia y bendición del matrimonio, en presidir el rito de los funerales y de la sepultura; en dedicación a las obras de caridad y de asistencia, y en la animación de comunidades o sectores de la vida eclesial.
Luego se dirigió al neodiácono y le deseó que conserve "el misterio de la fe con una conciencia pura", para poder "crecer en espiritualidad". "Pedile al Señor la gracia inestimable de conjugar con sabiduría los deberes de la vida familiar, de tu responsabilidad laboral y el ejercicio de la misión al servicio a la comunidad".
"Querido Javier, que en actitud permanente de servicio trabajes codo a codo con el párroco, anunciando con entusiasmo a todos al Señor de la esperanza que viene a servir a la humanidad, naciendo de la Virgen María en la debilidad de nuestra carne, en la pobreza de una gruta y en la fría noche de Belén", concluyó el obispo.
Declaraciones del neodiácono
Javier Lovay brindó una breve entrevista al obispado de Villa de la Concepción del Río Cuarto en la que definió como una "bendición" y a la vez un "compromiso", la tarea que se le encomendó. "Junto con mi matrimonio son los caminos a través de los cuales el Señor me invita a santificarme", sostuvo Lovay.
Recordando su historia, manifestó: "Nunca tuve una vida muy vinculada a la Iglesia. El Señor tuvo la amabilidad de dejarme experimentar muy fuerte su presencia un viernes santo, el 10 de abril de 2009. Desde ese día en mi corazón sentía como un fuego, un deseo de seguir y servir a Jesús de una manera más comprometida".
Como intención para el nuevo ministerio, mencionó: "Voy a pedirle al Señor, poder hacer de este servicio, el centro de mi vida, que pueda ver a través de sus ojos, oír a través de sus oídos, que mis manos sean suyas para llevar consuelo y bendición a sus hijos", afirmó.
Al concluir, pidió a sus hermanos en la fe, "que no cesen de rezar por todo el pueblo de Dios, por sus necesidades, especialmente por los ministros y consagrados. Para que seamos siempre signos visibles de comunión y fidelidad".+