El obispo de San Nicolás de los Arroyos, monseñor Hugo Santiago, invitó a la conversión y al "cambio de mentalidad" en una reflexión sobre el Evangelio del segundo domingo de Adviento, en la que también destacó el valor de la humildad por sobre el orgullo.
El obispo de San Nicolás de los Arroyos,
monseñor Hugo Santiago, invitó la conversión y al "cambio de mentalidad" en una reflexión sobre el Evangelio del segundo domingo de Adviento.
"La humildad es la verdad sobre nosotros mismos, es descubrir que somos simples creaturas de Dios, aunque a veces por razones de capacidad, de oportunidades, rendimiento deportivo o profesional, endiosemos a las personas y creamos engañosamente que son más que las demás", explicó.
"El papa Francisco, cuando asumió como tal, nos pidió: ?recen para que no me la crea?. Eso es la humildad; por más importante que sea el lugar o cargo que ocupemos, recordar que somos una simple creatura mortal igual a todos, que los talentos, la formación y las posibilidades que hemos tenido en la vida han sido un regalo de Dios, o para quien no cree, un regalo de la vida", precisó.
El prelado advirtió que "el orgullo en cambio, no es la verdad ni la realidad, es como un pedacito de goma que se infla y se hace un globo significativo que vuela sobre nuestras cabezas; sin embargo, si lo pinchamos, notamos que se desinfla y es sencillamente un pedazo de goma que cae al suelo".
"Por el orgullo la persona ?se la cree? y olvidándose de que es una simple creatura, que es polvo y al polvo volverá, discrimina, se impone, domina, cree tener la verdad absoluta y por eso no dialoga, no tiene en cuenta a los demás", agregó.
Monseñor Santiago sostuvo que "la Virgen María con sus gestos, nos enseña que la humildad tampoco es ?pusilanimidad?, sentir que no somos nada, que no tenemos capacidades, talentos, inventiva. Ella, si bien se autodefinió como ?la servidora o esclava de Dios?, no dijo que no era importante, que no tenía ninguna capacidad, que no prestaría ningún servicio a la humanidad, sino que en su ?Magníficat?, que es un canto de alegría por los regalos que Dios le hizo, subraya: ?El Señor hizo grandes cosas por mí?".
"Reconoce sus talentos y su protagonismo, pero en vez de atribuírselos a ella misma, se los atribuye a Dios que se los regaló y actúa por medio de ella a través de esos talentos. Esta es la verdad; las capacidades diversas que tenemos todos, son un regalo de Dios que hay que reconocer, agradecer y poner al servicio de los demás. Eso es la humildad. Si vivimos esta virtud, nuestra sociedad será menos violenta, más pacífica", concluyó.+