La diócesis de Mar del Plata celebró la 45º Marcha de la Esperanza, el sábado 1º de diciembre, que tuvo por lema "Con María caminemos juntos en la audacia del espíritu". Miles de fieles, acompañados por el obispo diocesano, monseñor Gabriel Mestre, recorrieron el camino desde la gruta de Lourdes hasta la iglesia catedral de los santos Pedro y Cecilia.
Miles de fieles marplatenses, acompañados por el obispo diocesano,
monseñor Gabriel Mestre, recorrieron el camino desde la gruta de Lourdes hasta la iglesia catedral de los santos Pedro y Cecilia de la ciudad balnearia, en la 45º Marcha de la Esperanza.
Con el lema "Con María caminemos juntos en la audacia del espíritu", el sábado 1º de diciembre, la diócesis de Mar del Plata celebró la tradicional marcha que tuvo una participación récord, según anunciaron sus organizadores. Adultos mayores, madres con bebés en brazos, familias completas, personas descalzas, sacerdotes, consagrados y muchos jóvenes, se reunieron para caminar, encabezados por la imagen de Nuestra Señora de Luján.
Se recorrieron las parroquias San Antonio, Jesús Obrero, San José y la Asunción de la Santísima Virgen, de la ciudad. Al llegar a la catedral, monseñor Mestre presidió la misa en las escalinatas del templo. Durante su homilía, destacó tres aspectos fundamentales: "caminar juntos; asumiendo la realidad y con esperanza".
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En referencia al primer punto, el obispo recordó el sínodo diocesano que comenzó hace poco en la diócesis e hizo referencia a lo que implica la palabra: "sínodo, que es caminar juntos, es el desafío que tenemos cada familia, grupo y toda la Iglesia de Mar del Plata para servir a nuestra patria".
"La Marcha de la Esperanza es también experiencia de caminar juntos, cada uno va a un tranco distinto, hay que saber acompañarse y esperarse. Está el que va más rápido o más lento, es una linda experiencia de peregrinar juntos que nos recuerda el desafío de hacerlo en la vida", prosiguió.
Sobre el segundo aspecto, monseñor Mestre recordó las lecturas del primer domingo de Adviento, que tienen "un tinte apocalíptico" pero que "nos animan a asumir nuestra propia realidad que en aspectos es positiva y a veces negativa o compleja: el dolor por la enfermedad, las situaciones de dificultad por la pérdida de un ser querido, la realidad social que toca a muchas personas y familias y particularmente a los marginados y descartados de la sociedad, los que no encuentran sentido a sus vidas y caen presa de adicciones y en situaciones de no compromiso con la vida, entre muchas otras. Asumir lo bueno y aceptar lo malo cuando es parte de nuestra vida, para poder modificarlo", resaltó.
Finalmente se refirió a la esperanza: "Este caminar mariano, tiene sentido porque es el signo de caminar por la vida a la casa de Dios que nos espera simbólicamente en la Eucaristía en la catedral". Al mencionar el texto evangélico lo llamó "motivo de esperanza".
Antes de concluir, aseguró: "En este tiempo de Adviento, tenemos motivos sobrados para tener esperanza incluso en medio de las dificultades de la realidad que tenemos que asumir". "La síntesis de la Marcha de la Esperanza, es poder abrazarnos bien fuerte a Dios; y con la fuerza de Dios en el corazón, caminar juntos, asumiendo la realidad, con actitud de total y absoluta esperanza", concluyó el obispo.+