El obispo de Avellaneda-Lanús, Mons. Rubén Frassia, efectuó su habitual comentario en el programa radial Compartiendo el Evangelio. Esta vez, en la solemnidad de Cristo Rey del Universo, lo hizo reflexionando sobre el Evangelio de San Juan, donde Jesús le dice a Pilato: "Sí, yo soy rey, para esto he nacido y he venido al mundo para dar testimonio de la Verdad, y el que es de la Verdad escucha mi voz".
El obispo de Avellaneda-Lanús,
monseñor Rubén Oscar Frassia, efectuó su habitual comentario en el programa radial Compartiendo el Evangelio. Esta vez, en la solemnidad de Cristo Rey del Universo, lo hizo reflexionando sobre el Evangelio de San Juan, donde Jesús le dice a Pilato: "Sí, yo soy rey, para esto he nacido y he venido al mundo para dar testimonio de la Verdad, y el que es de la Verdad escucha mi voz".
"¡Qué cosa extraordinaria! Cómo Jesús sabe perfectamente que Él es Dios, que es Rey, y se anima a que Pilato descubra por sí mismo el valor del encuentro entre él y Jesús. Por eso le pregunta "¿dices esto por ti mismo, u otros te lo han dicho de mí?" y Pilato explica que no es judío, "te han entregado tus compatriotas y los sumos sacerdotes" y Jesús aclara sabiendo perfectamente a qué había venido", comentó el obispo.
"Una persona -añadió- es más grande, más plena, cuando sabe las cosas aún en contra de sus sentidos y hace lo que tiene que hacer. Cuántas veces los cansancios son tan grandes que, a veces, la tentación es de huir y al tomar conciencia se queda cumpliendo con su misión".
"El testimonio, la conciencia, el martirio, me recuerdan el libro "Diálogo de Carmelitas", del escritor francés George Bernanós (basado en la novela "La última del cadalso", de Gertrude von Le Fort, una protestante conversa) donde se narra que una hermanita religiosa -que siempre vivía con miedo porque había nacido con el estruendo de las bombas- en 1794 cuando los revolucionarios entraron al convento para llevarse a todas las monjas al patíbulo para ejecutarlas por negarse a renunciar a sus votos religiosos, se escapa porque tiene miedo, pero viendo a sus hermanas que eran llevadas a la plaza para el sacrificio, también ella temblando y con las manos apretadas, volvió, se acercó y dio la vida como sus hermanas en el sacrificio".
Monseñor Frassia concluye: "La verdad es la libertad. Que Cristo Rey reine en nuestros corazones, que nos haga vivir libres en el servicio, en el testimonio, en la entrega, en la donación de la vida".+