Monseñor Gabriel Barba, obispo de Gregorio de Laferrere, celebró el domingo 25 de noviembre la fiesta patronal de la iglesia catedral en la solemnidad de Cristo Rey. El festejo se destacó además por el nuevo paso del seminarista Miguel Quintana, quien recibió el acolitado.
El 25 de noviembre, en el último domingo del año litúrgico y la solemnidad de Cristo Rey, la diócesis de Gregorio de Laferrere celebró la fiesta patronal de su iglesia catedral.
Monseñor Gabriel Barba, obispo diocesano, presidió la Eucaristía en la que, además, impartió el ministerio del acolitado al seminarista Miguel Quintana.
Durante su homilía, monseñor Barba recordó al Señor como "el Dios de Israel", aquel reconocido por su pueblo como "Yahvé", y se reveló diciendo "Yo soy el que soy". "Es la fuente de todo ser. Nada existe sin que Él lo diga. Es el principio y fin de todas las cosas. Es el único Señor. Nuestro Dios, Yahvé", expresó el obispo.
Explicó que, para poder entender el reinado de Cristo, "primero debemos descubrir el Reino que había sido anunciado por Él mismo, su gran anuncio (?) primero debemos despojarnos, ser libres, cambiar criterios y conceptos mundanos, abrirnos a Dios de verdad," anunció.
Se refirió a un reino que nos lleva a las bienaventuranzas como "misterio clave que explica el cambio que debe haber en nuestros corazones". "Cuántas veces nos hemos equivocado buscando a un Dios que nos llene de seguridades. Que busque satisfacer nuestras certezas olvidándonos de la entrega necesaria de quien debe cargar con su cruz", cuestionó a los presentes.
El obispo de Gregorio de Laferrere mencionó la importancia de Cristo como Rey del Universo: "Buscamos que Dios reine en nuestra vida y en toda la sociedad. Y eso no se da por imposición ni por violencia, al contrario, solo será posible desde la humildad de la entrega y el servicio fiel," sostuvo.
Describió al tiempo actual como un momento "de entrega" y "fidelidad", donde es fundamental "mirar a Jesús y seguirlo", dar testimonio, pero "no por declamación", sino, "vivir como Él. Volver a las fuentes. Fortalecer y clarificar las opciones evangélicas. Ser verdaderos testigos de Cristo en medio del mundo".
Pero luego destacó: "Para poder llegar a comprender semejante cambio, primero debemos cambiar nosotros. Nuestros corazones, valores y criterios como les decía al principio. Y, desde esa libertad de los hijos de Dios, recién allí podremos abrirnos al Misterio de lo nuevo manifestado en Cristo Jesús nuestro único Señor".
Al dirigirse al nuevo acólito, le dijo: "La vocación no es un derecho que estamos obligados a recibir, sino una Gracia que Dios nos da como camino de santidad de nuestra propia vida y para el bien de toda la Iglesia". "Que este tiempo de preparación en el camino de tu vocación, también sea un tiempo de metanoia, de cambio, de conversión para que Cristo reine en tu corazón y vos seas cada día más semejante a Él", indicó el obispo al seminarista.
Antes de finalizar sus palabras, se refirió a los 60 años de historia de la iglesia catedral, y agradeció a la comunidad el trabajo constante y entregado.+
Texto completo de la homilía