El obispo de San Martín, monseñor Miguel Ángel D?Annibale, reflexionó sobre el Evangelio de Marcos, en el que aparece "un Jesús muy humano: el Jesús de la mirada, el Jesús del amor a Dios sobre todas las cosas, el Jesús que toca, ese Jesús muy humano en el que se manifiesta plenamente Dios".
En su reflexión semanal, el obispo de San Martín,
monseñor Miguel Ángel D?Annibale, se refirió al Evangelio de Marcos, que muestra "un Jesús muy humano: el Jesús de la mirada, el Jesús del amor a Dios sobre todas las cosas, el Jesús que toca, ese Jesús muy humano en el que se manifiesta plenamente Dios".
"Esto no lo olviden nunca: cuanto más humana es nuestra relación, cuanto más humanos somos, más se manifiesta Dios entre nosotros. No nos tenemos que alejar de nuestra humanidad, al contrario, todo lo humano es muy bello y profundo. Nuestra mirada, nuestro modo de comunicar, nuestra manera de acercarnos a la gente, cuanto más humanos, más se comunica el Señor", señaló.
El prelado explicó que "en este último pasaje aparece lo que se conoce como género apocalíptico. Hay un libro que es el Apocalipsis, pero el género apocalíptico es un género particular que aparece varias veces, incluso en el Antiguo Testamento, que habla sobre el final, sobre lo que se conocería como el fin del mundo".
"En los evangelios es notorio cómo siempre hay un signo de esperanza. En la comparación de Marcos aparece la higuera. Y dice: cuando ustedes miran una planta, se dan cuenta que viene el verano. Fíjense qué interesante imagen, porque el verano siempre es tiempo de alegría, tiempo de vacaciones, tiempo de estar más libres, días largos, sombras que podemos compartir, lejos del invierno que es frío, que es cerrado, que uno ve todo sin frutos, los árboles secos", describió.
"La imagen propuesta por Jesús en el Evangelio de Marcos es de esta alegría, de esta mesa compartida, de este encuentro con amigos, de este espacio final. Entonces es interesante cómo el género apocalíptico en el Evangelio nos propone un final feliz hacia donde vamos caminando, entonces se nos llena de esperanza el caminar hacia ese final", afirmó.
"Esto es lo que el Señor nos propone, por eso incluso el Señor llega a decir: ?Les aseguro que no pasará esta generación sin que suceda todo esto. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. En cuanto al día y la hora, nadie los conoce?", recordó.
"¿Cuándo será esto? ¿Cuándo va a pasar esto? Nadie lo conoce, ni el hijo del hombre, sólo el Padre. Y esto es otra manera también de vivir. El no saber cuándo va a pasar esto, nos invita al compromiso cotidiano para cuando sea, de tal manera que yo siempre esté listo para cuando se dé. La clave de esperanza bajo la luz de la higuera en verano, y la clave de no conocer el día, invitan al compromiso en el hoy", sostuvo.
"Si yo supiera que esto va a pasar, quizá me cruzaría de brazos. En cambio, al no saberlo, aunque para muchos pueda ser una incógnita, para el cristianismo significa el compromiso cotidiano, de tal manera que si hoy pasara yo estoy listo", concluyó.