Mons. Tissera en la Misa de la Esperanza: Jesús vive en medio de los pobres

  • 20 de noviembre, 2018
  • Quilmes (Buenos Aires)
En el marco de la II Jornada Mundial de los Pobres, se celebró en Quilmes la XXIII Misa de la Esperanza, presidida por el nuncio apostólico, monseñor León Kalenga Badikebele. Concelebraron los obispos de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera y monseñor Marcelo Margni.
El nuncio apostólico, monseñor León Kalenga Badikebele, presidió el 17 de noviembre, en la víspera de la II Jornada Mundial por los Pobres, la XXIII Misa de la Esperanza en la diócesis de Quilmes. La misa fue concelebrada por los obispos de Quilmes, monseñor Carlos José Tissera, y su obispo auxiliar, monseñor Marcelo Margni. Ante un templo colmado de fieles, el obispo de Quilmes reflexionó en torno a la plegaria: "Escucha, Señor, el clamor de los pobres". Al comenzar su homilía, y citando la primera lectura, expresó: "Los hombres prudentes resplandecerán como el resplandor del firmamento, y los que hayan enseñado la justicia brillarán como las estrellas, por los siglos de los siglos". "Ese texto nos evoca inmediatamente la memoria del padre obispo Jorge Novak, que al decir del papa Francisco: ?Es una luz que brilla en el episcopado argentino?. Él enseñó a tantos hombres y mujeres los caminos de la justicia, los caminos de la salvación. Él encendió esta luz de esperanza en los corazones desalentados y agobiados por las injusticias y miserias humanas. Él nos regaló esta Misa de la Esperanza para tiempos difíciles", manifestó. Seguidamente, agradeció en nombre del pueblo diocesano al nuncio apostólico por su visita a la catedral, y por acercarse a rezar ante la tumba de monseñor Novak, ?amigo de Dios y de los pobres?. A la luz del salmo 34, que da el lema a la Jornada de los Pobres, "Este pobre gritó y el Señor lo escuchó", monseñor Tissera consideró que "este salmo nos permite también hoy a nosotros, rodeados de tantas formas de pobreza, comprender quiénes son los verdaderos pobres, a los que estamos llamados a dirigir nuestra mirada para escuchar su grito y reconocer sus necesidades". "El papa Francisco en esta Jornada nos invita a poner a los hermanos más sencillos, más pobres y desprotegidos, en el centro de nuestra oración y de nuestra preocupación con gestos concretos de amor y misericordia", destacó el obispo, y mencionó la olla popular organizada para este día, que "es un signo de tantas expresiones de fraternidad que hay en nuestros barrios". En ese sentido, expresó: "Dios no se olvida de los más pequeños, de los que nadie tiene en cuenta, los más pobres y olvidados". El prelado se refirió luego al Sínodo de los Obispos, del que participó en Roma. Recordando su intervención, destacó: "Precisamos saber escuchar y entender el lenguaje juvenil". [img]http://www.aica.org/subidas/4823.jpg[/img] "Precisamos escuchar los gritos silenciosos de los adictos, de los que no hablan de lo que les pasa. Hay que aprender a escuchar ese silencio que duele, porque es un silencio que lleva a la soledad, a la cárcel y al cementerio. Los ?pibes? presos creen que sólo saben robar o cometer delitos; su primer clamor es hacia adentro? hacia ellos mismos, y se dicen: ?Quiero cambiar, pero no sé hacer otra cosa; mi vida está hipotecada?. Los jóvenes con cuestiones de identidad sexual y sus preguntas: ?¿Cómo ser feliz? ¿Cómo seguir? ¿Dios me ama como soy??. También existen los gemidos de los jóvenes que lograron graduarse, y ven frustrados sus sueños al no poder ejercer su profesión", continuó. "A los gritos de ellos se suman la de hermanas y hermanos de nuestras barriadas que ven perder sus puestos de trabajo; de los que trabajando de sol a sol, ven que sus salarios son comidos mes a mes por una inflación galopante; los clamores de los que cada año ven que sus pocas pertenencias se las arruina el agua contaminada que desborda de los arroyos, y pasan las décadas y las obras proyectadas y prometidas nunca se realizan. Los gritos que claman justicia frente a los hechos de corrupción que malogran las obras públicas. Los clamores de una sociedad que sufre la inseguridad y que ve cada vez más deteriorada la educación pública; esos gemidos de los abuelos y de los enfermos que ven que las políticas de salud pública no llegan a todos y son insuficientes. Lamentablemente, como respuesta a todos esos gritos sólo se repiten políticas que crean más desigualdad", señaló. Citando al papa Francisco, monseñor Tissera indicó: "Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales". "¡Qué importante es para nosotros escuchar la vida! Los hijos del Padre celestial oyen a sus hermanos: no las murmuraciones inútiles, sino las necesidades del prójimo. Escuchar con amor, con paciencia, como hace Dios con nosotros, con nuestras oraciones a menudo repetitivas. Dios nunca se cansa, siempre se alegra cuando lo buscamos. Pidamos también nosotros la gracia de un corazón dócil para escuchar", animó. Seguidamente, el prelado recordó que el Señor "no sólo escucha el grito del pobre, sino que le responde", y añadió: "La respuesta de Dios al pobre es siempre una intervención de salvación para curar las heridas del alma y del cuerpo, para restituir justicia y para ayudar a reemprender la vida con dignidad. Es también una invitación a que todo el que cree en él obre de la misma manera, dentro de los límites humanos". "La Jornada Mundial de los Pobres pretende ser una pequeña respuesta que la Iglesia entera, extendida por el mundo, dirige a los pobres de todo tipo y de cualquier lugar para que no piensen que su grito se ha perdido en el vacío", consideró el obispo. El pastor de Quilmes afirmó que la pobreza "es causada por el egoísmo, el orgullo, la avaricia y la injusticia". En ese sentido, señaló "la acción con la que el Señor libera es un acto de salvación para quienes le han manifestado su propia tristeza y angustia. Las cadenas de la pobreza se rompen gracias a la potencia de la intervención de Dios" "La salvación de Dios adopta la forma de una mano tendida hacia el pobre, que acoge, protege y hace posible experimentar la amistad que tanto necesita. A partir de esta cercanía, concreta y tangible, comienza un genuino itinerario de liberación". Finalmente, el prelado destacó nuevamente la figura de monseñor Novak, primer obispo de Quilmes, quien "iba a Luján cada año para pedir por todas las necesidades de su pueblo". "Era un hombre que tenía el mismo convencimiento de ese otro pastor a quien la Iglesia ha reconocido como mártir, junto a otros hermanos de la Iglesia riojana, monseñor Enrique Angelelli, que será beatificado con Fray Carlos de Dios Murias, el Presbítero Gabriel Roger Longueville y el laico Wenceslao Pedernera", afirmó. "Angelelli vivió identificado con este Dios que escucha, responde y libera a su pueblo. Esa actitud la plasmó en su conocida frase: ?Con un oído en el pueblo y otro en el Evangelio?. Y Dios le dio la gracia de imitar a Jesús Buen Pastor, dando la vida por los amigos", recordó. "No nos cansemos de hacer el bien a pesar de todo, fijando los ojos en Jesús por quien hacemos todo, porque a Él todo le debemos y en Él estamos sirviendo a cada uno de nuestros hermanos. Y así se lo estamos haciendo a ese mismo Jesús que se nos presenta pobre, sencillo, humilde, por las calles de nuestra ciudad. Jesús camina en medio nuestro: son los pobres y humildes que nunca permites que nos olvidemos que Jesús vive en medio de ellos y nosotros estamos para servirlo. ¡Viva Jesús! ¡Viva María!", concluyó.+ » Texto completo de la homilía