"La vida y la entrega de estos hermanos nuestros nos da una dolorosa oportunidad para agradecer y valorar la misión de hombres y mujeres de nuestra tierra, que respondiendo con generosidad a la vocación de servicio y de amor a la Patria son capaces de dar todo: hasta la propia vida" afirmó hoy, el obispo castrense, monseñor Santiago Olivera al presidir una misa en la Base Naval de Mar del Plata, para rezar por los tripulantes, junto con sus familiares y allegados, a un año de la desaparición del submarino ARA San Juan.
El obispo castrense,
monseñor Santiago Olivera, presidió este jueves 15 de noviembre una misa en la Base Naval de Mar del Plata, al cumplirse un año de la desaparición del submarino ARA San Juan.
Concelebraron junto con monseñor Olivera, el obispo de Mar del Plata,
monseñor Gabriel Mestre, el capellán mayor de la Armada, padre Eduardo Castellanos, el capellán de la Base Naval de Mar del Plata, padre David Ochoa, el capellán del Ejército Argentino, padre Luciano Delsueta y el capellán de la Policía Bonaerense.
Participaron de la celebración eucarística el Jefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante José Villán, el comandante de la Fuerza de Submarinos, capitán de navío, Ciro García Repetto, familiares de los tripulantes, entre otras varias autoridades civiles y militares.
"Nos reunimos a rezar y a renovarnos en la fe", afirmó el prelado en su homilía, recordando las palabras expresadas por los obispos argentinos el 1º de diciembre del año pasado: "En momentos como estos ninguna palabra es suficiente consuelo. Los cristianos solamente encontramos alivio al sufrimiento en ese encuentro con el Señor Jesús que es posible en la oración y en la fe".
"También con la experiencia de que ninguna palabra es suficiente, queremos estar y queremos acompañar. Iluminados por la exhortación de Pablo a los cristianos de Filipos tenemos un mismo amor, un mismo corazón y un mismo sentimiento, la vida, el dolor y la pérdida de nuestros seres queridos", manifestó.
"Los aniversarios nos sirven, sin duda, para recordar y no olvidar. En este tiempo no los hemos olvidado. Los familiares y la familia naval argentina nos lo hacen presente, pero volvemos de nuevo al corazón", señaló monseñor Olivera.
"En este día tan especial, estamos aquí reunidos para convocar esa memoria agradecida y para asumir como ciudadanos que estos 44 tripulantes, Pedro Martín, Jorge Ignacio, Fernando Vicente, Fernando Ariel, Diego Manuel, Víctor Andrés, Eliana María, Adrián, Renzo David, Jorge Luis, Alejandro Damián, Javier Alejandro, Alberto Cipriano, Víctor Hugo, Walter Germán, Hernán Ramón, Luis Marcelo, Cayetano Hipólito, Ricardo Gabriel, Víctor Marcelo, Daniel Adrián, Hugo Arnaldo, Roberto Daniel, Celso Oscar, Jorge Ariel, Hugo Dante César, Alberto Ramiro, Enrique Damián, Sergio Antonio, Franco Javier, Luis Esteban, Cristián David, Jorge Isabelino, Fernando Gabriel, Mario Armando, Jorge Eduardo, Luis Carlos, David Adolfo, Fabricio Alejandro, Leandro Fabián, Luis Alberto, Daniel Alejandro, Germán Oscar, Aníbal, ofrendaron sus vidas en cumplimiento de su deber y como manifestación concreta de la vocación abrasada".
El prelado castrense reconoció que "custodiar, proteger, asegurar nuestro patrimonio y nuestra soberanía, nuestra historia y nuestras raíces, y aún nuestras propias vidas, muchas veces no son tareas debidamente valoradas e incluso en algún momento de nuestra historia reciente las fuerzas han sido desprestigiadas y humilladas".
En ese sentido, afirmó que "la vida y la entrega de estos hermanos nuestros nos da una dolorosa oportunidad para agradecer y valorar la misión de hombres y mujeres de nuestra tierra, que respondiendo con generosidad a la vocación de servicio y de amor a la Patria son capaces de dar todo: hasta la propia vida".
"Es una buena oportunidad desde este dolor recuperar la dignidad, la gratitud y el orgullo hacia nuestras Fuerzas Armadas, compuesta por hombres y mujeres en tiempos de democracia y de paz, que se consagran para preservarla", consideró.
En referencia al Evangelio, el obispo señaló que "la persona que busca a Jesús es un pagano, un soldado del ejército romano. No es la religión, ni el deseo de Dios, sino más bien el sufrimiento y la necesidad que le impulsan a buscar a Jesús. Jesús no tiene ideas preconcebidas. No exige nada antes, acoge y escucha la petición del oficial romano", recordó.
"La respuesta de Jesús sorprende al centurión, ya que supera su expectativa. El centurión no esperaba que Jesús fuera a su casa. Se siente indigno: ?Yo no soy digno?", continuó.
En ese sentido, advirtió monseñor Olivera: "La fe no consiste en aceptar, repetir y declarar una doctrina, sino en creer y confiar en la persona de Jesús. Podríamos también nosotros acudir al Señor con la fe del centurión. Y dejar entrar a Jesús a nuestro corazón, a ?nuestra casa?. La palabra de Jesús, consuela y sana. Muchas preguntas nos hacemos a lo largo de nuestra vida, muchos dolores no encuentran explicación y consuelo humano, pero Jesús que es el ?Dios con nosotros?, pasa siempre por nuestra vida, sanando y consolando", aseguró.
Ante la desesperación y la necesidad, monseñor Olivera llamó a preguntarse: "¿Busco a Dios como la verdadera solución a lo que me sucede?, ¿soy capaz de rogarle como hizo el centurión?, ¿insisto en la súplica o me dejo vencer rápido si no encuentro la respuesta que quería?".
"Siempre confiemos en el Señor, Él conoce y conduce nuestras vidas, no somos frutos del azar en nuestro nacimiento y en nuestra muerte. Siempre somos frutos del amor de Dios", afirmó.
El obispo castrense concluyó su homilía pidiendo a María, en la advocación que confía y reza nuestra Armada Argentina, Stella Maris: "Danos fortaleza en las ausencias, aliento en la esperanza, alivio en los pesares, constancia en la virtud? Te suplicamos que nos orientes y nos conduzcas al puerto de la Bienaventuranza eterna concediéndonos en la vida y en la muerte la misericordiosa dulzura de la paz".+
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