¿El Estado, en cualquiera de sus niveles, ¿puede desentenderse sin más de las actividades religiosas de los ciudadanos?", ¿No tendríamos que intensificar nuestra solidaridad, compartiendo... recursos, carismas, tiempo y talentos? y ¿Cómo contribuirá nuestra Iglesia diocesana al Fondo Solidario? Son algunas de las preguntas que invita a formularse el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Buenanueva, tras la decisión del Episcopado de ir reemplazando en forma gradual el aporte del Estado.
El obispo de San Francisco,
monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, difundió la carta pastoral "Una Iglesia misionera, pobre y solidaria", en la que plantea algunos interrogantes que debería formularse la comunidad católica diocesana tras la decisión de la Conferencia Episcopal Argentina de ir reemplazando en forma gradual el aporte del Estado nacional.
El prelado destaca que el reciente plenario episcopal hizo una "mirada evangélica" sobre este tema, pero sobre todo tuvo que discernir "qué quiere el Señor de su Iglesia, aquí en la Argentina con nuestra historia, logros, defectos y dificultades".
"Esto ha sido realmente muy consolador: hemos escuchado al Señor que nos invita a la confianza, audacia y valentía del Evangelio. Nos sentimos gozosamente llamados a ser una Iglesia misionera, pobre y para los pobres", sostiene, y agrega: "Nos hemos visto cálidamente urgidos a vivir a fondo la solidaridad, el compartir bienes, talentos, carismas".
Asimismo, puntualiza tres decisiones importantes tomadas por el plenario de obispos.
"1. Ante todo, dar nuestra aprobación para que prosigan los diálogos con el Gobierno en orden a una progresiva disminución ? hasta su desaparición ? de este aporte del Estado a la Iglesia (el Presupuesto de Culto). El Gobierno nacional, por su parte se ha comprometido a desarrollar algunos instrumentos para facilitar que los fieles católicos puedan seguir aportando al sostenimiento de la Iglesia.
"2. Crear una Comisión Episcopal para pensar mejor, y de manera más integral, el sostenimiento de la obra evangelizadora de la Iglesia en la Argentina, atenta, especialmente, a desarrollar los instrumentos aptos para reemplazar el aporte del Estado que irá disminuyendo.
"3. En orden a esto, crear ya mismo un Fondo Solidario que vaya recogiendo el aporte de todos para suplir los recursos que hasta ahora han ido viniendo del Presupuesto de Culto. Algunas diócesis ya han declarado estar en condiciones de iniciar la formación de este Fondo. Otras nos iremos sumando en breve. Cada una según sus posibilidades".
Monseñor Buenanueva hace algunas precisiones sobre las decisiones adoptadas, y formula algunas preguntas que considera "importantes".
"El Estado dejará esta forma ? bastante anacrónica, por cierto ? de aportar a la misión de la Iglesia. Podemos, sin embargo, preguntarnos: el Estado, en cualquiera de sus niveles, ¿puede desentenderse sin más de las actividades religiosas de los ciudadanos? La respuesta es clara: no, no puede", asevera.
"Es su deber interesarse activa y concretamente de todo lo que es un interés legítimo de los ciudadanos, sea en áreas culturales, artísticas, solidarias o deportivas. También en las religiosas. El Estado debe cuidar y promover los valores espirituales y éticos de los ciudadanos, pues, por sí mismo, no los puede generar, menos aún imponer", afirma.
Por esto, el obispo explica que no se habla de "renuncia", y justifica el porqué: "Esta podría ser un gesto clamoroso pero, a la larga, injusto y nocivo. Los ciudadanos tenemos que ayudar al Estado a cumplir su misión de servicio a la sociedad y ciudadanos reales del país".
Monseñor Buenanueva considera que la segunda pregunta deberían formulársela los católicos de las comunidades cristianas de esta zona "próspera de Córdoba y de la Argentina": ¿No tendríamos que intensificar nuestra solidaridad, compartiendo con más generosidad lo que Dios nos ha regalado: recursos, carismas, tiempo y talentos?
"El Estado podrá seguir ayudando o no, lo cierto es que nuestra Iglesia seguirá dando lo mejor de sí al servicio del Evangelio y, de manera especial, de los más pobres. Como la viuda pobre y sus dos moneditas de cobre del Evangelio de este domingo", ejemplifica.
Monseñor Buenanueva reconoce que los católicos no pueden desentenderse de los "hermanos necesitados" y profundiza: "No podemos encerrarnos en nuestro bienestar".
"La vida de las Iglesias hermanas es también nuestra preocupación. Ya tenemos la formidable experiencia de "Más por Menos". ¿No tendríamos que potenciarla? ¿Cómo contribuirá nuestra Iglesia diocesana al Fondo Solidario de la CEA?", pregunta.
"La motivación que tenemos los cristianos para compartir nuestras vidas y bienes es la más alta: el amor de Cristo. Así lo hemos expresado también en nuestro Plan de Pastoral. Hemos aprendido a dar pasos en comunión y participación. Este capítulo reclama también un camino común de discernimiento y acción", concluye.+