Con motivo de la fiesta de San Juan de Capistrano, patrono de los capellanes castrenses, monseñor Santiago Olivera, obispo castrense, envió un mensaje a los capellanes y los invitó a "renovar y avivar el deseo de santidad". "La alegría del sacerdote es incorruptible, aunque pueda pasar por momentos difíciles," les dijo.
Monseñor Santiago Olivera, obispo castrense, envió un mensaje a los sacerdotes del obispado, con motivo de la fiesta de San Juan De Capistrano, patrono de los capellanes castrenses.
"Como Padre y Pastor de cada uno de ustedes quiero compartirles un saludo muy cordial y agradecido, además de invitarlos y me sumo a dicha invitación, para que todos renovemos y avivemos el deseo de la santidad" les dijo. "Sabemos que la Santidad es la vocación a la que en primer lugar hemos sido llamados todos. Por eso pensar en un santo y conocerlo un poco más nos actualiza la posibilidad de esta concreción en la llamada", describió el obispo castrense.
Monseñor Olivera recordó a San Juan De Capistrano, quien "se entregó en cuerpo y alma a la reforma espiritual del pueblo cristiano por medio de la predicación popular, pero, predicando el Evangelio más con su figura que con su palabra", afirmó.
Les aconsejó que para ser "santos sacerdotes" deben tener a Cristo "como centro de sus vidas", y tener claro que son "hombres para los demás". "San Juan de Capistrano es un excelente ejemplo y modelo para imitar, trabajó por la verdad y la unidad, entregó su vida sin retaceos por esto", destacó.
Se refirió al "tiempo cultural muy difícil, pero apasionante", que estamos transitando en el que "vemos a diario actitudes agresivas y comportamientos bien paganos", y resaltó: "Es a cada hombre y mujer de este tiempo y de esta cultura que estamos llamados a presentar con alegría la belleza del Evangelio".
"La alegría del sacerdote es incorruptible, aunque pueda pasar por momentos difíciles," sostuvo. Recordó la recomendación de Pablo a Timoteo, que sigue siendo actual: "Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos" (2 Tim 1,6). El Evangelio "es eficaz en sí mismo", definió, "y lleva en si una fuerza impresionante si es acompañado por el testimonio de la propia vida", manifestó.
Al finalizar su mensaje, invitó a los capellanes castrenses a renovar "con firme convicción" la llamada a ser testigos valientes del Evangelio, y que esta actitud puedan anunciarla con la propia vida. +
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