Monseñor Dante Braida, obispo auxiliar de Mendoza, detalló que el debilitamiento de los vínculos familiares, cómo tener una comprensión más acabada del mundo afectivo y sexual, y la situación de marginalidad que viven muchos de ellos, fueron algunos desafíos surgidos de los primeros debates del Sínodo de los Obispos. El prelado destacó que el Papa los "anima a participar a todos con libertad".
Monseñor Dante Braida, obispo auxiliar de Mendoza, destacó que tras la segunda etapa del Sínodo de los Obispos sobre "Los jóvenes, la fe y el compromiso vocacional", surgieron una serie de compromisos por afrontar, entre ellos el debilitamiento de los vínculos familiares o cómo tener una comprensión más acabada del mundo afectivo y sexual; la nueva perspectiva de género y cómo afecta la vida de cada joven y las de sus familias y de cada sociedad; la situación de marginalidad que viven muchos jóvenes, como consecuencia de la falta de trabajo o de estudio; y el consumo excesivo de drogas", detalló en declaraciones a Radio María Argentina.
Tras indicar que "unos 40 jóvenes de distintas partes del mundo están participando del Sínodo", afirmó que "tienen su espacio para hablar en los distintos plenarios y en los trabajos en comisiones".
"Estos jóvenes opinan, proponen y también disienten con nosotros, los obispos. Esto es de gran ayuda, y se da en un clima fraterno muy bueno y de mucho intercambio", destacó el obispo.
Monseñor Braida consideró fundamental el papel del papa Francisco en el Sínodo: "Primero por haber sido él quien propuso este tema y habernos animado a desarrollarlo. Pero además se destaca la escucha atenta del Santo Padre, que sigue cada una de los exposiciones de los plenarios".
"Y es muy libre para opinar sobre las impresiones que van surgiendo, especialmente lo que surge por las tardes de cada jornada. Y nos anima a participar a todos con libertad", valoró.+
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