Con una misa presidida por el arzobispo, monseñor Marcelo Colombo, fueron ordenados cuatro nuevos diáconos para la Iglesia mendocina. La celebración tuvo lugar en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores el sábado 29 de septiembre.
El arzobispo de Mendoza,
monseñor Marcelo Colombo, ordenó el 29 de septiembre cuatro nuevos diáconos para la arquidiócesis. Se trata de Carlos Alberto Moreno, José Alejandro Gudiño (diáconos permanentes), Marcelo Andrés Regal y Matías Emir Brain (diáconos camino al sacerdocio).
La ordenación tuvo lugar en la parroquia Nuestra Señora de los Dolores y fue concelebrada por los obispos auxiliares,
monseñor Marcelo Mazzitelli y
monseñor Dante Braida, y un gran número de presbíteros de la diócesis. Acompañaron gran cantidad de diáconos permanentes, seminaristas, consagrados y fieles laicos. La animación de la santa misa estuvo a cargo del coro diocesano "San Juan Pablo II".
En su homilía, monseñor Colombo expresó: "Estamos felices de acompañarlos en esta fiesta de toda la Iglesia en la que serán constituidos servidores del Pueblo de Dios".
"No es una decisión improvisada; se presentan ante la comunidad cristiana luego de madurar durante varios años esta invitación de Cristo, el Servidor, para ser signos vivos de una Iglesia samaritana presente entre los hombres", señaló.
El prelado destacó que "la entrega de Jesús, sin retaceos ni condiciones, es el modelo para la consagración diaconal de ustedes. Háganse disponibles y cercanos a todos los hombres, sin consideraciones mundanas y superficiales. Expresen la entrega diaconal de Jesús en sus propios gestos y palabras. Sean pan partido para la vida de nuestra comunidad eclesial", animó.
Dirigiéndose a los diáconos permanentes, provenientes de la Escuela diocesana de Ministerios, recordó que "por la sagrada ordenación se incardinan en la Iglesia diocesana y expresan con su entrega, la vitalidad de la relación entre la comunidad eclesial y la propia comunidad familiar, llamadas a complementarse en viva interacción en sus corazones de diáconos, esposos y padres".
A los diáconos camino al sacerdocio, formados en el seminario arquidiocesano, el arzobispo aseguró que "el diaconado es una etapa importante en el camino hacia el presbiterado; ordenados sacerdotes en algunos meses más, siempre tendrán en sus vidas la exigencia de vivirlas con esta dimensión servicial. Jesús nos lo enseñó con sus gestos y palabras, no sólo a los pies de los apóstoles en la Última Cena sino, sobre todo, en su entrega existencial, total, en la Cruz. Y ése es nuestro don, el regalo de hacernos como Él, servidores de la humanidad", expresó.
"Como diáconos a partir de hoy, y más adelante en el tiempo como presbíteros, están llamados a alentar la formación de comunidades fuertes en el amor de Cristo resucitado, con vínculos que maduren la entrega libre y plena de quienes la conforman, siempre cercanos a los pobres", afirmó.
"En esta mañana quiero proponerles que consideren el vasto campo de la Iglesia que también los espera, más allá de una comunidad parroquial. La participación en las distintas áreas de la pastoral diocesana: Cáritas, pastoral educativa, pastoral de la salud, carcelaria, de la calle, de la vida, social, de la movilidad humana, juventud y catequesis son algunos de los nombres y rostros concretos de los campos de evangelización que hoy les salen al encuentro para invitarlos a no permanecer indiferentes sino atentos y activos en el servicio de Dios y de su pueblo", recordó.
"Dios espera de Uds. diáconos disponibles y generosos para la vida del Pueblo de Dios, hombres que se embarren con alegría en los caminos cotidianos de la historia humana, como miembros vivos de una Iglesia en salida. No están llamados a poblar las sacristías y los altares sin antes decir presente a la vida comunitaria en todas sus formas. Que las celebraciones litúrgicas en las que participen como diáconos, expresen una vida donada, entregada, jugada enteramente por Cristo y su Iglesia, principalmente entre los pobres y excluidos", instó.
Finalmente, y agradeciendo a las familias y comunidades de origen de los diáconos, a sus párrocos, al seminario y a la escuela de ministros, a sus formadores y a las comunidades donde desarrollaron su apostolado, pidió a la comunidad: "recemos por estos hermanos nuestros para que sean servidores buenos y fieles, discípulos de Aquél que nos amó primero para que tengamos Vida en Él".
"Los encomiendo a nuestra Santísima Madre del Rosario, presente incondicionalmente en la vida de sus hijos, en la hora de la Cruz y de la vida misionera de la Iglesia. Que Ella los haga siempre disponibles a acompañar a nuestro pueblo. Y que la intercesión del Apóstol Santiago, nuestro santo Patrono, cuide su inserción en esta Iglesia particular, rostro concreto de la esposa de Cristo, madre de los cristianos mendocinos", concluyó.+
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