El obispo de Mar del Plata, monseñor Gabriel Mestre, envió una carta pastoral a la comunidad diocesana, en ocasión del inicio del sínodo diocesano. Con el título "Caminemos juntos en la audacia del Espíritu", el prelado recordó la importancia de las tres palabras con las que define el estilo de una Iglesia Sinodal: "escuchar, dialogar y discernir".
En ocasión del inicio del sínodo diocesano, el obispo de Mar del Plata,
monseñor Gabriel Mestre, envió una carta pastoral al Pueblo de Dios marplatense, titulada "Caminemos juntos en la audacia del Espíritu".
En esta nueva carta pastoral, el prelado recordó su primer escrito programático como obispo: la carta pastoral 17-18, publicada el 22 de noviembre del año pasado con el título "Iglesia Particular de Mar del Plata: Trinitaria, Sinodal y Profética".
En ese sentido, consideró que "las tres palabras con las que definí el estilo de una Iglesia Sinodal adquieren mayor relevancia en este momento: escuchar, dialogar y discernir", y explicó que "en esta nueva Carta Pastoral 18- 19 pretendo simplemente reagrupar y enfatizar lo ya dicho, sumando a su vez algunos elementos nuevos que han brotado del rico diálogo pastoral en muchas de las instancias diocesanas, en reflexiones del papa Francisco y en el último documento de la Comisión Teológica Internacional: La sinodalidad en la vida y misión de la Iglesia".
Por otra parte, recordó la necesidad de una serie de disposiciones y actitudes básicas de sinodalidad, necesarias en este tiempo. "El adjetivo sinodal es el elemento distintivo de nuestra vida diocesana en este tiempo que reclama fuertemente lo comunitario y la dimensión familiar de la fe en la Iglesia", señaló. "Ellas marcarán la mística y el entusiasmo de la sinodalidad y representan lo esencial, lo principal, lo que no puede faltar en la formación integral del discípulo misionero del siglo XXI. Están en la base y al servicio de todo momento particular del camino sinodal y serán la expresión del compromiso de conversión permanente que nos pide el Señor", detalló.
De ello surgen siete disposiciones y actitudes básicas que el obispo enumeró y explicó: Espiritualidad sinodal, Mirada sinodal, Comunión sinodal, Participación sinodal, Testimonio sinodal, Compromiso sinodal y Realismo sinodal.
Por un lado, consideró necesaria "la centralidad de una espiritualidad sinodal auténtica para la vivencia, transmisión y compromiso de la fe. La necesidad imperiosa de actualizar la experiencia de Pentecostés en nuestra vida diocesana". En segundo lugar, una mirada sinodal verdadera, "que percibe la realidad desde Dios. Es una mirada profética que contempla al mundo y a la historia desde la Alianza que Dios ha sellado con los hombres", aclaró, y añadió que "la mirada sinodal siempre es teologal y profundamente humana: no excluye nunca a Dios ni esconde la realidad humana por más precaria que pueda resultar".
La comunión sinodal, por su parte, se refiere a la búsqueda de unidad y la comunión, "es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo", consideró monseñor Mestre. "Esto implica tomar siempre la unidad como punto de partida y no el conflicto. En el caminar juntos nos definimos e identificamos por la unidad y no por el conflicto. Comunión sinodal que nos invita a renovar nuestros vínculos, sanar nuestras heridas y hacer un camino de reconciliación en nuestras familias y comunidades.
La participación sinodal, por otro lado, implica que "el aporte, la sensibilidad y el servicio de todos son necesarios para vivir realmente el espíritu". Participación es "escuchar, respetar e integrar las miradas de las particularidades de todos en el marco de la unidad de la fe a la que hemos sido llamados en la Iglesia", porque "Participar es ser parte, es hacerse parte".
El testimonio sinodal implica "anunciar de palabra, con la coherencia de nuestras obras y con el estilo de vida comunitaria que Cristo nos llama a caminar juntos en la audacia del Espíritu. Dar verdadero testimonio sinodal implica serenidad, paciencia, escucha y diálogo, corazón abierto y dispuesto a perdonar en nuestras familias, comunidades y ambientes".
Dicho testimonio "deberá ser sostenido en el tiempo con un verdadero compromiso. Con capacidad de respuesta aquí y ahora en las complejas situaciones de vida que muchas veces atravesamos". En ese sentido, "compromiso sinodal es no mirar para el costado, es no tener miedo de embarrarnos en los delicados pliegues de la historia para ser realmente Iglesia Profética que evangeliza y sirve a los hermanos, especialmente a los más pobres, débiles y sufrientes. Un testimonio auténtico de compromiso sinodal implica involucrarse con los demás, hacerse cargo como el buen samaritano".
Finalmente, el realismo sinodal, última disposición y actitud de esta carta, "nos tiene que ubicar en tiempo y en espacio: no podemos hacer todo, pero sí podemos hacer algo. Descubrir desde nuestra espiritualidad trinitaria que podemos dar un paso con mucha humildad, aunque no todos al mismo tiempo. Realismo sinodal que nos invita a tener presente en el tiempo los verbos que les proponía en la Carta 17-18: sugerir, evocar, suscitar, provocar, abrir a la reflexión y reacción, animar, impulsar y estimular", sostuvo el prelado.
Como conclusión, monseñor Mestre destacó que "la vivencia, transmisión y compromiso de la fe reclaman en este tiempo que nos dejemos conducir por la audacia del Espíritu para ser Iglesia Trinitaria, Sinodal y Profética".
"Estas siete disposiciones y actitudes básicas son esenciales porque marcan la mística y el entusiasmo de esta etapa de la vida de nuestra diócesis. La preparación y el camino sinodal son tan importantes como el acontecimiento y la futura recepción de lo suscitado en las sesiones sinodales. Pero estas cuatro instancias ?preparación, camino, acontecimiento y recepción? adquieren sentido sólo si buscamos vivir estas siete palabras desde el aquí y ahora de nuestro tiempo presente. Recordémoslas, más que en nuestra mente, en nuestro corazón: espiritualidad, mirada, comunión, participación, testimonio, compromiso y realismo", concluyó, invitando a la comunidad a continuar rezando por la pronta beatificación del siervo de Dios, cardenal Eduardo Pironio.+