El Papa propone: "milagro, cuidado y confianza" en la atención del enfermo
- 1 de octubre, 2018
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Ciudad del Vaticano
El papa Francisco recibió esta mañana, a los participantes del IV Seminario de ética en el gerenciamiento de la salud, que del 1 al 5 de octubre se llevará a cabo en Roma. El Seminario, cuyo director general es el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Alberto Bochatey OSA, cuenta con el auspicio de la Academia para la Vida. En su discurso el pontífice alentó a los profesionales de la salud a no caer en el desaliento a pesar de las dificultades económicas.
El papa Francisco recibió esta mañana en la Sala del Consistorio, a los participantes del IV Seminario de ética en el gerenciamiento de la salud, que del 1 al 5 de octubre en se llevará a cabo en Roma.
El Seminario, cuyo director general es el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Alberto Bochatey OSA, cuenta con el auspicio de la Academia para la Vida y se llevará a cabo en la sede del Instituto Patrístico Agustinianum de la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.
El cuerpo docente del Seminario está conformado por: Mons. Prof. Alberto Bochatey, OSA; Prof. Antonio G. Spagnolo; Prof. Dr. Pietro Refolo; Prof. Dr. Darío Sacchini; Prof. Dra. Marina Casini y Mons. Dr. Renzo Pegoraro.
Los docentes argentinos invitados son: Dr. Alberto Mazza; Lic. Hugo Magonza; Dr. Máximo Fonrouge; Dr. Tomás Sánchez de Bustamante y el Dr. Isaías Drajer.
Milagro, cuidado y confianza
El pontífice comenzó su discurso agradeciendo a monseñor Bochatey y al señor Cristian Mazza, presidente de la Fundación Consenso Salud, por la realización de este seminario que se "organiza para afrontar temas del ámbito de la salud que tienen gran relieve en la sociedad, desde una reflexión ética basada en el Magisterio de la Iglesia".
Francisco señaló que "en el mundo de la salud en general, y particularmente en América Latina, vive una época marcada por la crisis económica; y puede hacernos caer en el desaliento las dificultades en el desarrollo de la ciencia médica y en el acceso a las terapias y medicinas más adecuadas. Pero el cuidado de los hermanos abre nuestro corazón para acoger un don maravilloso. En este contexto les propongo tres palabras, para la reflexión: milagro, cuidado y confianza".
¿Cómo hacer posible un milagro en el ámbito de la salud, cuando en verdad de debe asumir el balance del costo-beneficio sobre la distribución de recursos que, necesariamente, está condicionada por cuestiones médicas, legales, económicas, sociales y políticas, además de éticas, comenzó preguntándose el Santo Padre.
"Los responsables de las instituciones asistenciales me dirán, con razón, que no se pueden hacer milagros", dijo Francisco. "Un milagro no es hacer lo imposible; el milagro es encontrar en el enfermo, en el desamparado que tenemos delante, a un hermano. Estamos llamados a reconocer en el receptor de las prestaciones el inmenso valor de su dignidad como ser humano, como hijo de Dios. Esta conciencia ?si está profundamente arraigada en el substrato social? permitirá que se creen las estructuras legislativas, económicas, médicas necesarias para afrontar los problemas que vayan surgiendo".
La segunda palabra propuesta por el Papa es el cuidado del enfermo, que no significa sólo la aplicación de la terapia sino que incluye también hacerse responsable del hermano, hacerlo sentir amado y respetado:
"Curar a los enfermos no es simplemente la aséptica aplicación de medicamentos o terapias apropiadas. Ni siquiera su sentido primigenio se limita a buscar el restablecimiento de la salud. El verbo latino "curare" quiere decir: atender, preocuparse, cuidar, hacerse responsable del otro, del hermano. De eso tendríamos que aprender mucho los "curas", pues para eso nos llama Dios. Los curas estamos para cuidar. Curar".
"Esa disposición del agente sanitario es importante en todos los casos, pero tal vez se percibe con mayor intensidad en los cuidados paliativos. Estamos viviendo casi a nivel universal una fuerte tendencia a la legalización de la eutanasia. Sabemos que cuando se hace un acompañamiento humano sereno y participativo, el paciente crónico grave o el enfermo en fase terminal percibe esta solicitud. Incluso en esas duras circunstancias, si la persona se siente amada, respetada, aceptada, la sombra negativa de la eutanasia desaparece o se hace casi inexistente, pues el valor de su ser se mide por su capacidad de dar y recibir amor, y no por su productividad".
La tercera y última palabra que el pontífice recomendó es la confianza, la más resaltante, pues de ahí depende el éxito de la cura del paciente. Confianza que se puede distinguir en varios ámbitos:
"Ante todo, como ustedes saben, es la confianza del propio enfermo en sí mismo, en la posibilidad de curarse, pues ahí estriba gran parte del éxito de la terapia. No menos importante es para el trabajador poder realizar su función en un entorno de serenidad, y ello no puede separarse de saber que está haciendo lo correcto, lo humanamente posible, en función de los recursos a disposición", indica el Papa.
Ser portadores de esperanza de vida
Por último, Francisco insta a todos los presentes a seguir su trabajo incansable de humanidad asistencial, la cual requiere que los trabajadores de salud lleven la esperanza tanto al paciente como a sus familiares:
"Ponerse en las manos de una persona, sobre todo cuando está en juego la vida, es muy difícil; sin embargo, la relación con el médico o enfermero se ha fundamentado siempre desde la responsabilidad y la lealtad".
"Debemos seguir luchando por mantener íntegro este vínculo de profunda humanidad, pues ninguna institución asistencial puede por sí sola sustituir el corazón humano ni la compasión humana", concluyó el Papa.+