El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, disertó en el encuentro anual de referentes de Cáritas Argentina que se llevó a cabo en la casa de ejercicios espirituales Ceferino Namuncurá, donde dio pautas para la tarea pastoral y aseguró que si uno aprende a detenerse ante los pobres y sufrientes, ante los hambrientos y sedientos, se puede alcanzar "la auténtica paz espiritual", "una profunda experiencia mística".
El arzobispo de La Plata,
monseñor Víctor Manuel Fernández, disertó en el encuentro anual de referentes de Cáritas Argentina que se realizó los días 22 y 23 de septiembre en la casa de ejercicios espirituales Ceferino Namuncurá, de la localidad bonaerense de Olmos.
Allí el prelado ofreció una conferencia acerca del "Espíritu de la tarea de Cáritas" en las acciones con los más necesitados y quienes viven en contextos de pobreza.
El arzobispo platense citó textos bíblicos que confirman "el valor salvífico de la generosidad" y sugirió leer algunos de ellos para "terminar de convencernos" y marcó las diferentes formas que lo vivieron y encarnaron San Francisco de Asís, San Felipe Neri, San Juan Bosco, el beato Carlos de Foucauld, el santo Cura Brochero, santa Teresa de Calcuta, el beato Óscar Romero o la beata Ludovica.
"Cuando una persona necesitada clama a Dios, Él quiere responderle a través de mí. Por esa razón, entre Dios y el necesitado está el canal de la bendición divina. Si yo me ubico entre ellos dos para ser instrumento de la generosidad y del consuelo divino para el necesitado, entonces me sitúo dentro de ese canal de la misericordia divina, me sumerjo en ese río de compasión amorosa", destacó, y agregó: "Pero también puedo optar por situarme fuera de ese canal, ignorando al que sufre. Así, yo mismo rechazo la bendición divina".
"El papa Francisco, en Evangelii gaudium (EG), nos invitó a ser ?dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo? porque ?basta recorrer las Escrituras para descubrir cómo el Padre bueno quiere escuchar el clamor de los pobres?", recordó, e indicó: "Cuando el pobre que clama no es socorrido, o es objeto de una injusticia, ese clamor no deja de ser escuchado por Dios".
Asimismo, enfatizó que "no se trata de dar algo de comer a un pobre, sino de considerarlo digno de participar de mi banquete" y ejemplificó: "Cuando alguien da un banquete prepara lo mejor, porque quiere pasar un buen momento con sus invitados, desea que se sientan bien atendidos y que se vayan felices".
"El pedido de Jesús es que eso sea para los pobres y para los despreciados, para esos que nadie invita. Se trata de darles lugar en mi propia mesa, como a mis hijos y a mis seres más queridos. Eso significa dos cosas: por una parte que quiero lo mejor para ellos, que a los pobres les debo cosas de calidad, lo mejor, no las sobras, no lo que no sirve. Por otro lado, que deberían ser ellos mis preferidos, los privilegiados de mi afecto", añadió.
Tras afirmar que "los necesitados no podrán ser realmente nuestros privilegiados si no tenemos ?entrañas de misericordia?", explicó: "Eso no es hacer obras buenas porque nos sentimos obligados a ser amables, gentiles y compasivos. Significa que la compasión nos brota sinceramente ?de las entrañas?".
El prelado precisó que "la clave está en el modo de dar, en la manera de situarme frente al otro" y aseguró que "tener un amigo pobre indica que uno abrió verdaderamente el corazón a los pobres, y así puede tener con ellos la actitud y la mirada de Cristo".
"El problema es que la sociedad prefiere que los pobres se vuelvan invisibles, de manera que su presencia no cuestione sus hábitos de consumo y su estilo de vida", alertó en otro momento de su exposición.
"Si lentamente aprendemos a detenernos ante los pobres y sufrientes, ante los hambrientos y sedientos, nos encaminamos hacia las más profundas alegrías, hacia la armonía interior, hacia la auténtica paz espiritual. En ese arte de detenernos ante ellos, podemos alcanzar una profunda experiencia mística", concluyó.+
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