El triunfo del rey de la vida
COLLAZUOL, Luis Armando - Mensajes - Mensaje de monseñor Luis Armando Collazuol, obispode Concordia, para la Pascua 2021
Querida comunidad diocesana, queridos hermanos en el Señor:
En la Pascua proclamamos: ¡Jesucristo ha resucitado! ¡Jesús es el Señor! En su resurrección se ha manifestado la gloria del amor “obediente hasta la muerte y muerte de cruz” (Flp 2,8). Su resurrección es fuente de Vida nueva para el que cree.
En la celebración de la noche pascual cantamos:
“La muerte y la vida se enfrentaron
en un duelo admirable:
el Rey de la vida estuvo muerto
y ahora vive”
Sí, en el Calvario hubo un duelo admirable. En él se enfrentaron la justicia humana y la divina.
Es extraña la “justicia” humana del primer Viernes Santo: condujo a dar muerte al inocente, al Justo.
Es sorprendente la Justicia divina en la noche de la Pascua: la Resurrección de Jesús conduce a dar vida a los culpables de aquella muerte, a los de entonces y a nosotros, pecadores. La Justicia de Dios es Misericordia infinita, es perdón inmerecido.
Si la justicia humana mostró su implacable crueldad en la muerte de Jesús, la Justicia divina muestra su infinita Misericordia en el perdón y la gracia que en aquella muerte, sacrificio de amor, se ofrecen a nosotros.
El Viernes Santo conmemoramos la muerte del Señor en la Cruz. María, la madre de Jesús, y las mujeres que han seguido al Maestro desde Galilea, luego de observar todo dolorosamente en el Calvario, se marcharon de allí. Después de su muerte, el cuerpo del Señor fue depositado en el sepulcro. Parece que la muerte ha triunfado.
Cae entonces la noche sobre la humanidad, la noche de un mundo sin Dios. Pero María es la única luz encendida sobre la tierra. Ella espera serenamente el momento de la Resurrección.
Amanece el primer día de la semana. Para las mujeres que siguieron a Jesús llega el primer anuncio: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado” (Lc 24,5-6).
¡El Rey de la Vida ha vencido al poder de la muerte! En el “duelo admirable… estuvo muerto y ahora vive”.
¡El Padre ha resucitado a Jesús! Es el primer gran signo de la Justicia divina después de la Pasión.
¡El Padre nos resucita a nosotros junto con Jesús!
La celebración de la Pascua nos llena de alegría por el doble acontecimiento: la muerte derrotada en Jesús, constituido Señor; y el pecado (la peor de las muertes), vencido en nosotros por la gracia.
Por el bautismo fuimos sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo resucitó por la gloria del Padre, también nosotros llevemos una Vida nueva... Pero si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él” (Rom 6,4.8).
La celebración pascual nos alienta a hacer nuestras la muerte y la vida de Cristo.
Morir al pecado para que Cristo viva en nosotros. Vivir por su Espíritu Santo que nos infunde la gracia y el amor del Padre. Sabernos pecadores perdonados cuando aceptamos el don tan grande de la Misericordia divina que brota del corazón del Jesús pascual.
Y seguir los pasos de Cristo. Como lo hizo el Señor... darnos por los demás.
Irá naciendo un mundo nuevo.
Siempre, pero especialmente si alguna vez hemos dejado a Cristo, y nos encontramos desorientados por haberlo abandonado en la Cruz, podemos acudir enseguida a esa luz continuamente encendida en nuestra vida que es la Virgen Santísima. Junto a ella viviremos la inmensa alegría de la Resurrección.
La Pascua es fundamento de la esperanza cristiana: si vivimos en Cristo nuestra vida aparecerá definitivamente gloriosa en la manifestación final del Señor resucitado.
Ruego al Señor de la Vida conceda a todos, y especialmente a los que sufren en este tiempo difícil de pandemia y de angustia, los enfermos, los ancianos, los que han perdido algún ser querido, los que están solos, los que no tienen trabajo, los privados de libertad, los que están lejos de sus familias, reciban las gracias que necesitan para encontrar fortaleza y caminar en la esperanza. ¡La vida vale porque Cristo resucitó!
Con estos pensamientos envío a todos a mis fervorosos augurios de Santa Pascua y bendición del Señor.
Mons. Luis Armando Collazuol, obispo de Concordia
Concordia, Pascua de 2021