Amar y servir con los talentos recibidos
BRAIDA, Dante Gustavo - Homilías - Homilía pronunciada por monseñor Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja, en la ordenaciona sacerdtoal de Lucas Santiago Barroso (Catedral y santuario San Nicolás de Bari, 15 de noviembre de 2020)
1. Con alegría estamos reunidos compartiendo esta celebración en la que Lucas recibe de parte del Señor este inmenso don de ser sacerdote de su Pueblo. Alegría de Lucas compartida con su familia y con los hermanos y hermanas aquí presente y otros que nos siguen por diferentes medios. Saludamos en especial a la comunidad de Chepes y de Los Llanos, también a los hermanos de San Juan donde Lucas se formó en el Seminario. A todos los tenemos muy presente y con todos nos sentimos muy unidos.
2. Lucas está aquí hoy porque se sintió llamado por Dios. En su vida familiar, en su camino de vida parroquial y de maduración en la fe fue descubriendo el llamado gratuito de Dios para una vida consagrada a Él y al servicio de su pueblo. Así fue también la experiencia del profeta Jeremías que, como recién escuchamos, percibió las palabras del Señor que le decía: «Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones».
Tu vida, Lucas, y toda vida tienen un valor y una dignidad inalienable desde el instante de ser concebida. Ya desde allí Dios tiene un sueño y una vocación para edificar su Reino. Por eso es una gran responsabilidad de toda persona discernir el llamado de Dios y responder con generosidad. Sin dudas que también en ese discernimiento se experimentan dudas, fragilidad y pequeñez. Por eso es muy necesario comprender que la vocación solo puede realizarse si se asienta en Dios que, como Jeremías, también hoy nos alienta diciéndonos: “No temas…porque yo estoy contigo…”
3. El evangelio destaca que el Dios que nos da la vida y una vocación, nos llama al mismo tiempo a una misión y para llevarla adelante deposita en nosotros talentos, capacidades… Él nos los dona gratuitamente, porque nos ama entrañablemente… y espera de ellos frutos, espera que se desarrollen, espera que, con los talentos recibidos, obremos el bien a los demás, que manifestemos con ellos su amor a otras personas. Bien lo destacaba San Pablo en la segunda lectura: “Sobre todo, ámense profundamente los unos a los otros… Pongan al servicio de los demás los dones que han recibido, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” Por eso se trata de compartir lo que hemos recibido gratuitamente.
Una gran tentación en la vida es apropiarnos de los dones recibidos y usarlos a nuestra manera o para provecho propio o al servicio de nuestras ideas, o viviendo una vida de modo autoreferencial considerando de algún modo que ‘en mi todo comienza y termina’. Esto tiene que ver con aquél que ha enterrado el talento y que Jesús, en la parábola, recrimina fuertemente.
4. En un ministro de la Iglesia ese amor a los hermanos del que habla San Pablo, se expresa sobre todo en el servicio generoso al Pueblo de Dios, estando atento a sus búsquedas, necesidades y deseos más profundos. Jesús mismo se presentó como aquel que “no vino a ser servido sino a servir y dar la vida en rescate de muchos” (Mc 10,45) y en la última cena lo expresó lavando Él mismo los pies a sus discípulos diciéndoles luego “les he dado el ejemplo para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes” (Jn 13,15). Frase que Lucas ha tomado para su lema de ordenación. Inspirado en este mandato de Jesús cuando llegó a La Rioja decía el beato Angelelli: “No vengo a ser servido, sino a servir; a todos, sin distinción alguna de clases sociales o modos de pensar o de creer. Como Jesús, quiero ser servidor de nuestros hermanos los pobres; de los que sufren espiritual o materialmente; de los que reclaman ser considerados en su dignidad humana, como hijos del mismo Padre que está en los cielos; de los que reclaman el afecto y la comprensión de sus hermanos…” (Homilía toma de posesión 24/8/68). Palabras que luego fueron rubricadas en su vida cotidiana, en su pastoral y con su sangre derramada por amor.
Querido Lucas y todos los que fuimos llamados a un ejercer un servicio en la Iglesia renovemos cada día nuestra acción de gracias por los dones recibidos de Dios y renovemos, a su vez, nuestro compromiso con una entrega generosa al Pueblo de Dios.
5. Ese servicio al Pueblo de Dios, si verdaderamente es evangélico, siempre debe expresarse de modo preferencial en el servicio a los más pobres. Hoy destacamos este aspecto al vivir la ‘jornada mundial de los Pobres’. Si no queremos perder el rumbo de la vida cristiana y sacerdotal es necesario que nuestra mirada y corazón estén de un modo directo vinculados con la realidad de los más pobres. Así lo expresa el Papa en su mensaje de este año: “Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta. (n°3). Y esto es para todos, por eso agrega: “La comunidad cristiana está llamada a involucrarse en esta experiencia de compartir, con la conciencia de que no le está permitido delegarla a otros (…) El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse (…) e invitarlos a participar en la vida de la comunidad.” (n°4). Si, el servicio a los más pobres será completo si se expresa en la acogida e integración de los pobres a la vida de la comunidad cristiana.
Por esto es vital que el espíritu de servicio se manifieste también en generar comunidades fraternas, donde siempre al crecimiento personal lo busquemos junto con otros. Francisco en su nueva encíclica, Fratelli tutti, nos anima a construir vínculos fraternos con el espíritu del Buen Samaritano. Dejándonos ayudar en nuestras fragilidades y ayudando a los demás vamos construyendo vínculos fraternos profundos.
Lucas, en este poco tiempo de incorporación al Clero has ido viendo que todos queremos apostar a una fraternidad más profunda en el presbiterio. Es necesario que con tu chispa de sacerdote joven puedas sumarte, comprometerte y aportar mucho en este sentido. Esto contribuirá enormemente para generar una buena base para hacer de la Iglesia una familia que crezca con estilo sinodal.
6. La parábola de los talentos tiene principalmente un sentido escatológico. Jesús también nos deja claro que nos pedirá cuentas de lo que hemos hecho con los dones que nos ha dado. Qué hemos hecho con la vida, con la vocación, con la profesión religiosa o el oficio recibido, qué hemos hecho con la fe recibida. Entrar a “participar del gozo de nuestro Señor”, participar de su gloria es el fin para el cual Dios nos ha creado. La vida cotidiana en este mundo es el camino hacia esa plenitud, siempre que el Señor sea el centro de nuestra vida. Por eso Lucas y hermanos consagrados, para no perder el rumbo de nuestras vidas también es indispensable crecer en nuestra amistad con el Señor. Crecer en una experiencia cada vez más profunda de encuentro con Dios donde siempre descansemos en él, sosteniendo tiempos substanciales de oración, es clave para vivir en plenitud la vocación y misión que se nos ha confiado. En este sentido nos alientan los obispos latinoamericanos en Aparecida cuando nos dicen: “…sólo un sacerdote enamorado del Señor puede renovar una parroquia… (y así ser también) un ardoroso misionero que vive el constante anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración.” (n° 201)
7. Finalmente, queridos hermanos y hermanas, esta ordenación la vivimos en el marco del centenario de la Aureolización de la Imagen bendita de San Nicolás, nuestro patrón tutelar, y a poco más de un año de la Beatificación de los mártires riojanos. La santidad es el llamado común que recibimos todos los bautizados. Por diversos caminos vamos hacia esa plenitud de vida que todos anhelamos. Esta vocación recibida, Lucas, es para una Vida Plena y para la santidad, y para que puedas servir al pueblo de Dios de tal modo que esa Vida Plena, que solo Cristo nos puede dar, se manifieste en todos.
Que Jesús Buen Pastor te conceda el gozo y la alegría de servirlo siempre con alegría y fidelidad. Y que la Virgen del Valle, en este año mariano, te cubra con su manto, su consuelo te fortalezca en las dificultades y su ternura te consuele en todo momento. Así sea.
Mons. Dante Gustavo Braida, obispo de La Rioja