Ordenación diaconal del seminarista Alexis Cardo
FERNÁNDEZ, Luis Alberto - Homilías - Homiía de monseñor Luis Alberto Fernández, obispo de Rafaela en la Ordenación diaconal del seminarista Alexis Cardo (Parroquia Santa Margarita Reina, Huberto Primo, 16 de octubre de 2020)
Queridas hermanas y hermanos en el “Buen Pastor”, que tanto se preocupa y nos acompaña con su amor, en la Vida de la Iglesia.
Estamos aquí, en la Parroquia “Santa Margarita Reina”, de Humberto Primo, para Celebrar la Ordenación Diaconal del Seminarista Alexis Cardo, oriundo de este lugar. Agradecemos a todos los que hacen posible esta Fiesta de la Iglesia, en estos tiempos difíciles de «distanciamiento social», por la pandemia que sufre toda la humanidad; por eso con el respeto que implican los protocolos sanitarios, al ser solo unos pocos los que estamos participando aquí en la parroquia, sabemos que son muchos más los que participan a través de las redes sociales, siendo todos siempre el “Único Cuerpo de Cristo”, su “Iglesia Viva”. Aquí nosotros y muchos siguiéndonos en las realidades virtuales que nos alegran también con su presencia y participación activa, todos creando mutua confianza y esperanza, sintiendo el amor y creciendo como Iglesia Diocesana.
Bienvenidos todos creyentes, familiares y amigos de Alexis.
En la primera Lectura, La Palabra de Dios, del Libro de los Hechos de los Apóstoles”, narra la vida de la Iglesia Primitiva, y acabamos de escuchar, cómo se vivían esos primeros momentos, ya sin la presencia del Resucitado, por la vuelta de Cristo al Padre. Vemos por un lado cómo la Iglesia comienza a «crecer», cumpliéndose las promesas de Jesús, pero no es menos cierto que también empiezan dentro de la misma comunidad «las murmuraciones», donde algunos no se sentían «atendidos».
Los Apóstoles «escuchan» y enseguida “Los Doce” convocan y ponen los principios de la “primacía de La Palabra de Dios”. Hoy a vos, Alexis, dentro de unos instantes también se te entregará “La Palabra de Dios” como Diácono de la Iglesia, no sólo ya como lector de la palabra, sino como alguien que antes que nada «la vive», “la encarna” y por eso la predica y la enseña, compartiéndola con los hermanos, ahora con la Gracia del Ministerio Ordenado. Al rumiarla y contemplarla como enamorado de La Palabra de Dios, caminaras con alegría hacia el Presbiterado, donde la Gracia te llevará a realizar la obra hermosísima de Cristo sacerdote, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia, amor de Dios hasta el extremo que es la Eucaristía, sirviendo vos siempre al Pueblo de Dios.
La Gracia que recibís en el Diaconado, te hace «portador de la Caridad de Cristo”, que como Diácono del Padre, lo acabamos de escuchar en el Evangelio, “lavó los pies de los discípulos”, como signo de lo que fue toda su vida en la tierra, porque El no vino a ser servido sino a servir y lavó no sólo los pies de la humanidad sino que se hizo cercano a los pobres, compadeciéndose y ayudando a los enfermos, buscando a los abandonados, a los sin techo ni trabajo o excluidos de toda dignidad humana.
Alexis, el lema que elegiste para tu ordenación diaconal dice: “Los amó hasta el extremo”.
Es lo que sintieron esos primeros siete Diáconos de la Iglesia primitiva de Jerusalén, ya que enseguida nomás uno de ellos, San Esteban, el primer Diácono Mártir, como nos acaba de narrar el Libro de Los Hechos: “…que ante los “grandes prodigios y signos”, que eran su vida y predicación, imitando a Jesús en la entrega de su vida y antes que todos los Apóstoles, convirtiéndose en Testigo creíble, hasta llegar a “ver los Cielos abiertos” y confesando con humildad y de rodillas la verdadera Fe y hasta el extremo de Amar como Cristo, de tener el coraje ante su inminente muerte de pedirle al Señor, lo mismo que Cristo le pidió a Su Padre: “No les tengas en cuenta este pecado, y al decir esto, expiró”, dando así la vida hasta el extremo.
Hermanos pidámosle a Dios, para que también así sea la entrega de Alexis, al servicio del Pueblo de Dios.
Querido Alexis, que la Ministerialidad que hoy comienzas, la vivas siempre con el sentido Pascual del Evangelio recién pronunciado de la Cena del Señor, donde Jesús expresó con claridad la profunda conciencia de vivir la plenitud de “Su hora”, con ese corazón originado en la Misericordia del Padre, para servir con amor a los hermanos “hasta el extremo”; no por un oficio encomendado, ni por cumplir un mandato o un proyecto, capaz de asombrar con programas o metodologías novedosas, eficaces y hasta éticas de fácil convencimiento y aceptación populista, aplaudida y vitoreada por mayorías, sino desde la Obediencia filial al Padre, como vivió Jesús Su Pascua, así vos Alexis, vivas fiel al “llamado” de Dios, aceptado consciente y libremente y con sentido obediencial y eclesial, reconociendo que uno no es el protagonista, sino alguien a quien también la Misericordia de Dios ha visto «digno», “elegido” y “enviado”, llamado por pura Gracia que te llena de ardor y entusiasmo haciéndote Su testigo, pastor y profeta de Su amor para seguir «misericordeando» a las mujeres y hombres de estos tiempos.
Con la Ordenación Diaconal, te convertís en la historia como «presencia del obrar de Dios entre tus hermanos, haciendo tu propia vida de todos los días: presencia de Su caridad, Su Vida, Su Pascua.
En la última Cena Jesús, “se levantó de la mesa y se sacó el manto”, Alexis, ya aprendiste bastante en tu familia y en la Formación Inicial, sobre el abajarte y despojarte, viviendo con sencillez, alegría y humildad, sin dejarte atrapar por un «consumismo desenfrenado», aprendiendo con perfil bajo a lavar los pies de los pobres y excluidos, imitando la “suerte de Jesús”, trabajando pastoralmente en medio de los enfermos, de los jóvenes, de los niños, de los ancianos y vulnerables.
El entrar en el Orden Sagrado del Diaconado, empezás un discipulado más estrecho y conmovedor, de tener los mismos sentimientos y apasionamiento de Jesús, Diácono del Padre, Él te mostrará caminos nuevos, donde puedas desarrollar toda tu «genialidad servicial», en la escucha, acompañando y compadeciéndote hasta el extremo, como es tu Lema.
Es lo que el mundo de hoy está necesitando, porque está hambriento y tiene sed de esperanza y encuentro, diálogo y comprensión, de testigos auténticos, sin dobleces ni componendas de privilegios, capaces de bondad y ternura, cordiales y sencillos con grandeza de alma, que no callan ni esconden la verdad para ganar adeptos o fama, respetuosos del pensamiento distinto, y que son capaces de remontar las adversidades, proponiendo y hasta muriendo a uno mismo para llevar adelante con paciencia y serenidad la Voluntad Misericordiosa del amor infinito de Dios, que nunca condena y no se cansa de esperar acompañando procesos y perdonando hasta el extremo, como es el amor verdadero de Dios.
Que Santa Margarita Reina, Patrona de Humberto Primo, te siga acompañando, la Virgen de Guadalupe te siga acompañando y te lleve al Sacerdocio de Su Hijo, y no dudes que la Diócesis de Rafaela, goza hoy uno de los días más bellos, no solo porque es el día en que el cura Don Brochero fue Canonizado por el Papa Francisco en la Iglesia, sino también por la entrega generosa de toda tu vida para ser testigo de la Misericordia del Buen Dios.
Mons. Luis A.lbertoFernández, obispo de Rafaela
Humberto Primo, viernes 16 de octubre de 2020