La Cuaresma nos ofrece un camino para hacerlo juntos
POLI, Mario Aurelio (cardenal) - Homilías - Carta de los obispos de Buenos Aires para Cuaresma 2023
«Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan,
y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1)
Muy queridos fieles de la Iglesia en Buenos Aires:
En su mensaje para esta Cuaresma, el papa Francisco nos ha propuesto aceptar la invitación de Jesús de ascender juntos con Él al monte Tabor, al lugar donde se transfiguró ante los discípulos que Él eligió. En ese momento reveló su gloria y revistió su cuerpo de un esplendor sublime: de ese modo libró del corazón de los apóstoles el escándalo de la cruz, y al mismo tiempo manifestó que se cumpliría en el cuerpo de su Iglesia, lo que admirablemente acontecía en su cabeza[1].
Hacer juntos el camino cuaresmal nos remite a la experiencia de nuestro Sínodo Arquidiocesano y nos anima el hecho de que, aquella enriquecedora experiencia de Iglesia, nos ha dado muchos frutos fraternos, espirituales y pastorales. El Papa nos confirma lo que hemos vivido: «Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador»[2].
Juntos podemos alentarnos en la fe y animarnos a vencer nuestras resistencias para acompañar a Jesús en su vía crucis. La pedagogía del camino cuaresmal nos permite seguirlo de cerca, para comprender y asombrarnos ante el gran acto de amor que significó el don total de sí mismo en el sacrificio redentor de la Cruz. Para contemplar un misterio tan grande, necesitamos apartarnos de la frivolidad de nuestras vanidades, las que nos tienen anestesiados y nos hacen creer que es lo único que podemos esperar. Pero si nos dejamos conducir por Él al desierto -significados por los cuarenta días que nos separan de la Pascua-, es posible entrar en la intimidad con quien ha dado la vida por nosotros: entonces habrá posibilidad de gustar de la sabiduría divina, de su eterna misericordia, la que es capaz de darnos un nuevo sentido a nuestra existencia.
Hacer esta experiencia juntos con quienes Dios nos ha dado como compañeros en la peregrinación de la vida, es una oportunidad para vivir la dimensión comunitaria de la fe, que siempre nos enriquecerá a todos. Necesitamos dejarnos iluminar por la luz que Jesús irradia a sus discípulos como «un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”»[3]. Como así también necesitamos escuchar al Padre eterno que irrumpe en el silencio de la escena y nos dice: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección: escúchenlo» (Mt 17,5). Ante esta admirable confirmación divina, la Cuaresma es el tiempo para volver a escuchar solo a Jesús y reconocer con San Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna» (Jn 6,68).
Queridos fieles: cuenten con la oración de sus obispos, quienes deseamos que puedan vivir una santa y fecunda Cuaresma en familia, con la comunidad parroquial, en sus movimientos eclesiales o con quienes frecuentan la oración y la caridad. No olvidemos que el Señor, conforme a su promesa, aseguró su presencia: «Donde hay dos o tresreunidos en mi Nombre, yo estoy presente en medio de ellos» (Mt 18,20).
Dios los bendiga y consuele.
Los obispos de Buenos Aires
Notas:
[1] Cfr. Misal Romano, Cuerpo del Prefacio de la Fiesta de la Transfiguración del Señor, 6 de agosto.
[2] Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2023.
[3] Idem